No es que se ha escaseado… Ni que ha subido de precio… Ni que los magos han encontrado un nuevo número de magia para desaparecerlo… ¡No!… ¡Es que hay una nueva moda que, como los pantalones tan abajo hasta que se pierde la vergüenza, está tendiendo a ser usada por desaprensivos sectores que nunca imaginamos llegarían ahí!” –exclama Píndaro-… “Así es –le comenta Herminio a su alter ego-, desde hace muchos años vengo visitando los puntos de ventas de algunas de las principales ciudades de nuestro país, para estar al día con los cambios en los hábitos de consumo de los consumidores y asiduos clientes de esos establecimientos… En mis visitas, siempre ha sido también una costumbre el entrar al baño de caballeros y echar así una ojeada al nivel de higiene en ellos, pues no hacemos nada con mucha iluminación e impactante decoración y presencia de marcas, si no hay correlación con la limpieza en aquellos puntos delicados de dichos puntos de ventas… Pero –enfatiza Herminio-, es justo recalcar que las grandes cadenas al parecer se han puesto de acuerdo para dejar su sello de higiene en los baños reservados para sus clientes”.
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“Y, ¿Qué es lo que te ha puesto tus pocos pelos de punta, Herminio?-cuestiona Píndaro-… A lo que Herminio le comenta: “Desde hace unos meses he visto cómo personas desalmadas y con escasa educación, además de con profundas inclinaciones por el desorden, se han dado a la tarea de ‘saquear’ aquellos detalles instalados en los espacios que pensando en todos nosotros, como fieles consumidores, requerimos para su uso cuando le necesitamos… Entre esos se encuentran los dispensadores de papel higiénico cuya presencia hemos visto violentadas, a la fuerza y con saña, para poder extraerles y sustraerles de su interior los rollos de papel, no importando su tamaño… Esto –expresa mirando fijamente a Píndaro-, lo he constatado en tres de los supermercados más visitados en la Capital, lo que me ha causado estupor… ¿Será que hay en ello una protesta por el estado de vida que llevan estos indeseables?… Será que la maldad en su actitud es producto de la ausencia de una vida que en su propia casa no llevan?… Será que quisieran que se les aprenda y reprenda, de manera ejemplar, como ‘premio’ a su desaforado comportamiento?… El solo referirme a este tema me lleva a preocuparme –cosa que no me gusta, porque prefiero ocuparme-, por el presente de todos –que es nuestro futuro inmediato-, ante la peligrosa tendencia al desorden organizado”.
“Ya desde hace mucho tiempo, las jaboneras justo al lado de los lavamanos están inutilizables en casi todos los espacios para higiene de estos establecimientos… Unos, por estar vandalizados y, otros, por no habérseles colocado el jabón líquido de reposición… Parece que otros desaprensivos se han dado a la tarea de poner de manifiesto su pasada ausencia de alguna aula en una escuela de su entorno y que hoy necesitan probarse a sí mismos que, al garabaterar con marcadores de colores al escribir palabras impublicables, alguna vez desearían ser reconocidos como alfabetizados y, con ello, poderse creer educados… ¡Una pena!” –reflexiona Píndaro-… Ojalá y, alguna vez, podamos agarrar con ‘las manos en la masa’ a esos ladroncillos sin criterio y dar un escarmiento público, así como poder decir a los cuatro vientos que el papel higiénico es una herramienta fundamental para uso de todos los que, en un momento inesperado, puedan sentirse respetados y poder así continuar sus accidentadas actividades en el importante centro de consumo que visitan”.