«Ni una palabra más»

«Ni una palabra más»

“Las palabras son así, disimulan mucho, se van juntando unas con otras, parece como si no supieran a dónde quieren ir, y, de pronto por culpa de dos o tres, o cuatro que salen de repente, simples en sí mismas, un pronombre personal, un adverbio, un verbo, un adjetivo, y ya tenemos ahí la conmoción ascendiendo irresistiblemente a la superficie de la piel y de los ojos, rompiendo la compostura de los sentimientos….” Ensayo Sobre la Ceguera. José Saramago.

El 2013 trajo muchas palabras pero pocas acciones. Es difícil cambiar. Pensamos, sentimos y deseamos cambios pero cuando un día cualquiera llega una verdadera oportunidad, donde la vida nos pone a prueba para lograr nuestro deseo de cambio, volvemos a nuestras historias ya construidas, establecidas, funcionales,volvemos a nuestras rutinas donde no hay conformidad y las palabras nuevamente son lanzadas pero, como dice Saramago, no llegan a ningún lado, y al final hay un llanto en algún lugar donde nadie pueda vernos, porque lo más duro en la vida es querer algo, y no tener el coraje de ir por ello, por tanto miedos inventados.

En este 2013 tropecé con palabras que no tenían nada que ver con la realidad. Amigos que te dicen “estoy bien” y yo sentía su sufrimiento,o peor olía el medicamento para anestesiar el dolor. Gente que escribe sobre su gran amor y todo lo que hay en el fondo son transacciones y vouchers. Gente que dice “te quiero” pero que nunca pone a prueba su “comodidad” por ese cariño que dice que te tiene.

Escuché y leí, tantas faltas ortográficas (porque las faltas ortográficas también tienen su sonido) que llegué a cuestionarme lo que mis profesoras de lenguaje me enseñaron, y luego me dí cuenta que no eran faltas ortográficas solamente, sino también una profunda carencia de amor propio manifestada en las redes sociales.

Un 2013 absolutamente inundado de palabras que disimulaban la soledad, la tristeza, la ira, la amargura. Lalo, mi amigo mexicano, se dio cuenta antes que mucha gente, de que las palabras sobran.

Como visionario al fin, él sí cambió las cosas y procedió a la acción. En este año fue diagnosticado con un cáncer (bastante crecido el nene), que  casi lo mata. Decidió que la palabra cáncer no estaría ni en su agenda, ni en su diario, ni en su casa, ni en su trabajo, ni en su vida, cambió la palabra Cáncer por Piscis.

Así llamó al “problemita de salud” que tenía que enfrentar y todos respetamos ese único deseo de Lalo.

No sé si esto tuvo que ver, pero algo funcionó, porque Lalo está bien, sano y encendido como los árboles de navidad, con muchos años por delante.

Al ser testigo de mi amigo guerrero Lalo y su encuentro con Piscis, y la valentía con desechó totalmente «la tragedia que venía con la palabra Cáncer», me hizo recordar que las palabras sobran, están buenas para los chistes, y son ricas cuando en medio de un buen suspiro o gemido soltamos una como una gotica de miel, pero sobran cuando detrás de ellas no hay una acción sincera que eleve nuestra humanidad.

Ojalá el 2014 sea de acciones y más silencios, que el amor no dependa de las palabras, de un mensaje de texto, bb, whatssap o email, porque eso nos está matando, colgando de un “te quiero” digital que luego cuando toca demostrarlo se convierte en un herida por donde se nos sale la sangre y el alma, porque no existe tal acción concreta y real.

La vida no puede seguir dependiendo de discursos bonitos, largos que no comprendemos en lo absoluto, porque las palabras nos están matando y una acción de amor tal vez sea lo único que nos pueda salvar. NAMASTE!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas