Nicaragua: El canal y Walker

Nicaragua: El canal y Walker

Desde 2004, la construcción de un canal interoceánico a través de Nicaragua, es parte de la agenda de ese país. La vía fluvial conectaría el mar Caribe, el océano Atlántico con el Pacífico. Iría por río hasta el Lago Cocibolca (Lago de Nicaragua), y cruzaría el istmo de Rivas para alcanzar el océano Pacífico. El 3 de julio de 2012, la Asamblea Nacional aprobaba la ley que autoriza construir el canal, de gran calado, mayor que el de Panamá, obra que duraría unos 15 años y costaría 40 mil millones de dólares.

A China le corresponderá la construcción de esa gran obra; en 2013, se aprobaba la “Ley Especial para el Desarrollo de Infraestructura y Transporte Nicaragüense atingente a El Canal, Zona de Libre Comercio e Infraestructuras Asociadas”. La ley otorga la concesión por 50 años, prorrogables por el mismo periodo, a la empresa HK Nicaragua Canal Development.

Desde los tiempos coloniales, hubo proyectos de construcción del canal, aprovechando las ventajas del río San Juan, que nace en el lago nicaragüense y desemboca en el Caribe. Tanto los franceses como los estadounidenses mostraron interés por esa ruta interoceánica; estos últimos se desentendieron del proyecto, tras obtener los derechos de construcción de una vía por Panamá, a principios del siglo XX.

En realidad, la mayor marca de la relación de los Estados Unidos con la historia del tránsito fluvial en Nicaragua, es la presencia en ese país y en la región, del aventurero William Walker y su interés por controlar la llamada ruta del tránsito, que comunicaba, por medio de vapores, los océanos Atlántico y Pacífico.

Así, las acciones de Walker y sus filibusteros no se circunscribieron a Nicaragua. Sus propósitos eran convertir toda Centroamérica en un territorio al servicio de los estados del sur norteamericano, tal como se leía en el lema de la bandera del primer batallón de rifleros que mandaba el coronel Edward J. Sanders: “Five or None”, (al referirse a las cinco repúblicas centroamericanas). Ante semejante pretensión los pueblos y gobiernos de la región se levantaron contra el aventurero, hasta que lograron derrotarlo en las tres ocasiones que intentó imponerse en la zona.

Además de su primera incursión en el país (junio de 1855), la segunda la realizó en noviembre de 1857, que justo en este mes se cumplen 156 años del suceso; y la tercera, ya no a Nicaragua, sino a Honduras, en agosto de 1860.

Aunque un historiador contemporáneo de Walker afirma que él “llegó a marcar una época de la historia de América”, sería mejor decir que “llegó a simbolizar…”, puesto que su conducta no correspondía a una actitud personal. Expresaba la filosofía defendida por amplios círculos de poder de los Estados Unidos desde que en 1823 el presidente James Monroe enarboló la consigna “América para los americanos”.

La doctrina Monroe estaba tan presente un año después de la llegada de Walker a Nicaragua, que el candidato del Partido Demócrata a la presidencia de la República, James Buchanan, declaró en la Convención Nacional de la organización, celebrada el 13 de junio de 1856 en Cincinnati, que simpatizaba con los esfuerzos que se estaban haciendo para regenerar a Nicaragua. Aunque desde la jefatura del Estado (1857-1861) Buchanan no cumplió con sus proclamas electoralistas con relación al filibusterismo, sus palabras estimularían los proyectos del aventurerismo.

Poco después de su llegada a Nicaragua (13 de junio de 1855), Walker fue nombrado (20 de junio) coronel del Ejército Democrático en su primer encuentro con el director (presidente) del llamado gobierno provisorio, don Francisco Castellón. Aparte del disgusto que se suscitó en esa primera reunión entre Walker y el general José Trinidad Muñoz, quien se oponía a que los extranjeros tomasen parte en los conflictos nicaragüenses, en ella se convino enviar una expedición de filibusteros y nativos sobre el departamento de Rivas; además se les informó que según la Constitución de 1838 ellos podían ser naturalizados ciudadanos nicaragüenses.

El 27 de junio Walker, sus 55 filibusteros y 100 nicaragüenses desembarcaban en El Gigante, desde el cual partirían hacia Rivas. Ese mismo día el ministro de Estados Unidos en Nicaragua, John Wheeler, recibía un mensaje de la jefatura del Ejército legitimista en que se le comunicaba la presencia de Walker en San Juan del Sur y se le “rogaba que procurara detenerlo”. El interés estratégico que estimulaba a los rebeldes a tomar Rivas partía de la facilidad con que desde esa plaza podría tomarse el puerto San Jorge y desde ahí dirigirse a Granada, sede del gobierno legítimo del país.

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