MANAGUA .-A una historia marcada por la intervención militar extranjera, las dictaduras y las revoluciones, la pequeña Nicaragua añadirá a partir del domingo lo que podría ser el inicio de una nueva saga, el inédito gobierno de un matrimonio.
A una semana de la votación, a la que están convocados 3.8 millones de nicaragüenses, el presidente Daniel Ortega encabeza la intención de voto con un 66%, muy por delante de 5 candidatos de pequeños partidos que no reúnen más del 10% del apoyo, según el último sondeo de la firma local M&R. Su compañera de fórmula es su esposa, Rosario Murillo, que ha acumulado mucho poder en el gobierno.
Un presidente y una vicepresidenta que son pareja es un hecho sin precedentes en esta nación de 6.2 millones de habitantes, además de ser visto en los círculos políticos como el indicio de que Ortega busca una sucesión familiar del poder. Los hijos de la pareja también ocupan cargos importantes en sectores estratégicos de la economía, la política y los medios de comunicación.
El otrora guerrillero, de 70 años, que combatió la dinastía de los Somoza hasta derrocarla en 1979, es acusado por excompañeros y oponentes de retroceder la historia a etapas ya superadas en Nicaragua, la segunda nación más pobre del hemisferio.
«Esto es parte de una descomposición del sistema político. Por sanidad, esposo y esposa no deben gobernar un país porque se crea una camarilla familiar y se pierden los límites de legitimidad y legalidad», dijo el politólogo y académico José Peraza. Según los opositores, la postulación de Murillo, de 65 años, es la última de una serie de acciones con las que Ortega ha despejado el camino hacia la instauración de una dinastía.