Nicaragua promete aliviar la situación de los pobres

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Pocas horas han pasado desde que Alberto Guevara, el recién nombrado ministro de Finanzas de Nicaragua ocupó el cargo en el centro de Managua, y parece como si todavía le faltara ajustar algunas cosas.

No hay retratos de la familia ni ornamentos a la vista; ni gruesos libros con cuadros en la mesa del café, y Guevara, un economista, esbelto, de piel oscura y 43 años tiene la apariencia del hombre que todavía no sabe donde están los interruptores que iluminan la oficina.

Pero cuando llega a su reunión de información, el ministro del gobierno sandinista encabezado por Daniel Ortega. El ex líder revolucionario, parece estar suficientemente claro. “Combatir la pobreza es el tema central. En realidad, combatir la pobreza es la lógica que está detrás de todo lo que vamos a hacer”, dijo Guevara al Financial Times en su primera entrevista.

Con cerca del 80% de la población de Nicaragua de 5,2 millones de habitantes que sobrevive con menos de US$2 al día, quedan pocas dudas de que reducir la pobreza es el mayor reto que enfrenta el nuevo gobierno.

Aún así, algunos de los detractores de Ortega temen que en su intento por aplastar la pobreza el nuevo gobierno pudiera verse tentado a acudir al tipo de socialismo populista que Hugo Chávez, el presidente de Venezuela le ha prometido a su país en los próximos años.

Washington, por su parte, ha expresado preocupación. En una entrevista reciente con el FT, Paul Trivelli, su embajador en Managua dijo que las promesas que hizo Ortega en su campaña serían dañinas.

“Él quiere re-introducir subsidios, olvidarse de la deuda, controlar las remeses de los nicaragüenses que viven en el extranjero, y re-introducir una economía mixta. Y esas son cosas que serían preocupantes para el sector privado de aquí, para los nicaragüenses, para los inversionistas potenciales locales, internacionales y regionales”, dijo Trivelli poco antes de las elecciones de noviembre.

Sin embargo, muchos nicaragüenses están esperando un cambio. Carlos Padilla, un partidario del sandinismo que vive en Ciudad Sandino, un vecindario pobre a unas ocho millas de Managua, resume los criterios de muchos cuando dice que casi 17 años de gobiernos de centro-derecha no hicieron nada por mejorar la vida de los pobres.

“El proyecto neoliberal se ha quedado muy corto de lo que prometió”, dice, moviendo su mano en al aire para referirse a las vías sin pavimentar y las cloacas abiertas que rodean su casa.

Por toda Nicaragua, al parecer, la pobreza extrema está a la vista. Hasta en San Juan del Sur, según las normas nacionales, un destino turístico próspero en la costa del pacífico, casi cada casa tiene que completar sus magros ingresos con cualquier coasa que se le pueda ocurrir.

En una de las habitaciones frontales de una familia típica, la silla de una mesa del comedor se utiliza como silla de barbero, y varios niños pequeños miran la televisión sentados en un piso lleno de cabellos cortados a los clientes. “Hacemos lo que podemos”, dice la madre, como disculpándose. Guevara dice que como ministro de Finanzas canalizará todo recurso disponible para mejorar la vida de los nicaragüenses más pobres. Él intenta ofrecer incentivos y ayuda a las compañías pequeñas y medianas, que conforman gran parte del producto interno bruto del país.

Dice, sin embargo, que las políticas específicas para garantizar que más ayuda llegue a las familias más pobres “será resultado del consenso más amplio posible, y creemos ue un punto obvio de ese consenso es mantener la estabilidad macroeconómica”.

Algunos economistas se muestran cautelosamente optimistas con respecto a la economía de Nicaragua. Solo el mes pasado, Anoop Singh, director del departamento occidental del fondo Monetario internacional, dijo: “Nicaragua ha tenido avances económicos considerables, ejemplificados en el completamiento exitoso del programa para la reducción de la pobreza y facilidades para el crecimiento (PRGF, en inglés). La estabilidad macroeconómica se ha fortalecido; la consolidación fiscal ha sido sostenida”.

Pero Néstor Avendaño, un exdirector del banco central de Nicaragua, que ha servido en varias administraciones, dice que la realidad es mucho menos estimulante.

Para empezar, dice, durante los últimos cinco año bajo la administración de Enrique Bolaños, el ex presidente, el mejor resultado fiscal fue un déficit equivalente a 55 del producto interno bruto. “El gobierno anterior y el FMI desplegaron propaganda promoviendo avances macroeconómicos extraordinarios que, sencillamente, no son ciertos”, dijo.

Otros indicadores no andan mucho mejor. Mientras que las reservas el banco central se han incrementado y la inflación ha bajado ligeramente del 9.6% en 2005, la deuda pública total el país equivale a cerca de 120% del PIB, y con un promedio anual de 3.2% al año durante los últimos cinco años, el crecimiento económico ha resultado ser insuficiente para reducir la pobreza.

Ese hecho difícilmente sea pasado por alto por Guervara: debajo de su ventana, un hombre joven se desplaza arrastrando los pies lentamente por la calle. Anda descalzo, vestido en harapos, mendigando comida y algunas monedas.
VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION

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