Nicolás Guevara – Matutino en tránsito

Nicolás Guevara – Matutino en tránsito

Mucho se ha hablado de que vivimos en la época de predominio de la imagen, lo cual comparto; sin embargo, paradójicamente al entrar el siglo XXI la radio ha tomado un nuevo aire. Casi todos la escuchamos en algún momento del día. En gran medida, en nuestro país, esto se debe a la crisis energética y al desproporcionado crecimiento de los centros urbanos con su impresionante parque vehicular que congestiona el tránsito a toda hora del día. Así cualquier persona más o menos prudente al disponerse a salir a la calle en vehículo propio, primero enciende la radio antes que el motor. Tal es mi caso en las mañanas, pues se ha convertido en la mejor manera de ponerme en condiciones de sobrevivir a la próxima hora y media que me espera. De hecho, me sirve de contrapeso frente a la permanente agresividad que circunda la vía pública.

Entonces, ubico en el dial la misma emisora todos los días. Escucho una canción de Sabina que me provoca o de una artista que desconozco, pero igual provoca. Así mi recorrido se hace menos tenso cuando un chofer me enviste justo al salir el sol o caigo en uno de los eternos hoyos de nuestras calles. Frente a esta situación, no siempre logro mantener la prudencia. Pero la radio continúa encendida, y gracias al comentario agudo, a la denuncia urbana que me identifica o la simple alusión a amigos compartidos me mantengo en equilibrio. Luego, me distrae un agente de la Autoridad Metropolitana, AMET que empuña su revólver ante la ligera infracción de un chofer de carro público. Entre una cosa y otra, avanzo hacia mi destino e intento no angustiarme, a pesar de que no consigo impedir la indignación.

Una vez más, sin mucha dificultad, soy recuperado por un corte musical que anuncia la sección de informaciones deportivas, las cuales, como buen madrugador, disfruto por segunda o tercera vez. Y el día amenaza con ser intensamente caluroso sin importarle el pronóstico de lluvia. De pronto, aparece una luz roja suspendida en el aire, ahora me detengo para coincidir con esa mujer que se lanza al asfalto y a la que no puedo ser indiferente, por lo que aprovecho para mirarla furtivamente aunque no sea lo que se merezca. De repente tomo una vía de atajo, una vía expreso y el tránsito se torna fluido. Así rápidamente, siento alivio al llegar justo al centro de la ciudad, allí la lectura de un poema me deleita mientras una compañía en silencio se hace cómplice. A veces una pregunta, a veces un comentario, luego reina el silencio, siempre en silencio.

Un poco más cerca de mi destino, con cierta impotencia hago una seña negativa a un niño que pretende limpiar el vidrio del vehículo. Cada vez hay más de ellos ofertando su servicio agresivamente en las esquinas. En ese instante, sin ser anunciada una melodía me entusiasma, es un son de Albita el que me cuestiona y deja pensativo. No pasa mucho tiempo, cuando vuelvo a quedar atrapado en un congestionamiento en la vía donde no suele ocurrir, es cuando disfruto una reseña filosófica o mejor dicho literaria que me interpela precedida por una excelente cortina musical.

Más tarde, llega la hora en la que confirmo que un vehículo sin aire acondicionado es un verdadero fastidio en el Caribe. Y justo cuando el calor asoma, en la radio me sugieren masaje y meditación, manifestaciones humanas que asumo a mi manera. Sin embargo, no sé cómo simultáneamente presto atención a ese señor que ya agota la tercera edad y cabizbajo aún amanece abrazado a su escopeta en la acera de una gran avenida. Sospecho que como yo, él sigue sin entender nuestra democracia.

En síntesis, subo un poco el volumen para escuchar mejor una explicación económica de la cual se distancia mi bolsillo y que no logra cambiar la desesperanza en la mirada de esas mujeres jóvenes, muy jóvenes que han copado la oferta de la prensa diaria en las esquinas; escucho hablar de la relación de pareja, tratada sin morbo; una reiterada invitación al teatro o al cine, a los que nunca asisto; una personalidad internacional que comparte sus ideas; una mujer que habla si poses o falsa sapiencia. Así dejo un programa inconcluso, abandonado en la cale ante mi llegada al trabajo; es el Matutino Alternativo que siempre prefiero para empezar el día.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas