Nicolás Pichardo

Nicolás Pichardo

JOSÉ DE JS. JIMÉNEZ O.
Confecciono estas humildes palabras como gratitud póstuma a quien fuera Profesor de Medicina de varias generaciones y a quien todos considerábamos El Maestro de Maestros. Había nacido el 14 de abril de 1913. Graduado de Bachiller en Ciencias Físicas y Naturales en la Escuela Normal Superior de Santo Domingo. Se inscribió en la Universidad de Santo Domingo en 1930 recibiendo su diploma como Licenciado en Medicina (como era la costumbre de la época) el 30 de julio de 1935. Fue siempre el mejor estudiante por todos los planteles educativos por los cuales pasó. Posiblemente heredó la inteligencia de su padre, Don Nicolás Hermógenes Pichardo, abogado de fama.

Conseguir su pasaporte para irse a Francia en 1935 fue una verdadera odisea ya que en 1932 había tenido ligeras discrepancias con Trujillo con detalles que vamos a omitir. Al llegar a París se inscribe en la Salpetriere recibiendo finalmente su diploma de Doctor en Medicina en diciembre de 1938. Su tesis se tituló «Inversión de la Aorta».

Realizó sus estudios de Cardiología en los hospitales Necker y Tenon. Regresó al país vía Puerto Plata aunque posteriormente, con muchos sacrificios por escasez económicas, se instaló en Sto. Dgo.

En 1941 casó con la Srta. Dulce María Lara de cuya unión procrearon dos hijas: Rosa María y Dilia, ambas casadas.

Inició el ejercicio de la Medicina en 1939. Al siguiente año fue nombrado Médico del hospital Padre Billini así como Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sto. Dgo. Inició brindando la materia titulada Embriología, algo bastante complicado. Los estudiantes de Medicina de la época se reunían y entre otras cosas discutían sobre la calidad de sus maestros. De todos, había uno, el Profesor de Embriología por el cual la totalidad del alumnado sentía una preferencia exagerada.

Poco a poco llegó a ser uno de los Médicos más queridos y de mayor prestigio y fama. De reconocida inteligencia, vasta cultura, gran matemático, excelente jugador de ajedrez. En él se conjugaba ciencia, pulcritud, decencia, honestidad. Alto, esbelto, de fácil sonrisa, con una corrección perfecta del idioma español. Pronunciaba las eses perfectamente. Para nosotros sus alumnos era «el pico de oro, el poeta de la Medicina». Tuvo una época en que era el Médico principal de la república. El mismo señalaba que padecía de insomnio y que utilizaba ese tiempo para estudiar. Dominaba todas las materias. En una oportunidad se le invitó al antiguo hospital Cabral y Báez de Santiago junto a tres Médicos más de Sto. Dgo. Era sábado, 1968 y se iban a agotar cuatro temas diferentes. Eran las ocho de la mañana y el único presente de los invitados lo era el Dr. Pichardo. A las nueve de la mañana, el Sub-Director de turno, en vista de que los otros tres Médicos no habían llegado, sugirió al Dr. Pichardo agotar su tema lo cual realizó elegantemente como era su costumbre. Cerca de las diez de la mañana, los tres Médicos restantes no llegaban ni tampoco llegaron. El Sub-Director solicitó de nuevo con algo de timidez al Dr. Pichardo si acaso podía decir algo de los demás temas. El Profesor Pichardo agotó todos los temas con su sapiencia y soltura característica para la admiración de todos.

Debo señalar que el Dr. Pichardo y su esposa doña Dulce visitaban Santiago con cierta frecuencia. La hermana de doña Dulce, doña Ana Rosa Lara había casado con un íntimo amigo y pariente de mi padre, don Toñito Hernández. cada vez que el Dr. Pichardo visitaba a Santiago, doña Ana Rosa invitaba a mi padre el Dr. Jiménez Almonte. Ambos muy estudiosos y preparados, hicieron una gran amistad. Jiménez Almonte hablaba muy elogiosamente del Dr. Pichardo, al igual que todo el mundo. Solía decir: «Nicolás, aparte de su cultura infinita, en materia de Medicina, lo sabía todo y el resto».

Alguien señaló una vez: «el Dr. Pichardo es el más normal de los sabios» y era así, pues el Dr. Pichardo compartía con todos, era un hombre normal que se adaptaba a todos los ambientes. Por lo pronto, en mis días de estudiante de Medicina (1954-1960) había un abismo entre los profesores y los alumnos. Estos mantenían la distancia con los muchachos. Pero no en el caso del Dr. Pichardo, quien era amigo de sus estudiantes y compartía con estos.

En otro orden, por circunstancias de la vida, al derrocarse el Trujillato, se formó un Consejo de Estado (1961-63) del cual el Dr. Pichardo pasó a ser Vice-Presidente del mismo. Don Nicolás no era político pero su prestigio como hombre público era tal que tuvo que asumir la posición de una forma desinteresada, digna y correcta.

El Sr. Martín, embajador americano de la época escribió un libro titulado «Atrapado por los Acontecimientos». En la obra citada el embajador afirmaba «que el Dr. Nicolás Pichardo poseía probablemente la mente más cultivada del Consejo».

Una vez terminado ese conflicto, después de la entrega del poder al Profesor Bosch en 1963, jamás intervino en política activa. En otro orden, creo que se retiró muy joven de la Medicina aunque tal vez fue lo mejor ya que se retiró con gloria. El amigo leal, quien jamás rechazó a estudiante alguno, muy tímido al pasar sus honorarios médicos.

Quiero aprovechar la oportunidad para extender un muy sincero pésame a todos sus familiares. Para terminar, me pasa por la mente la siguiente idea. El Dr. Pichardo fue Neurólogo entre otras cosas. El padre de la Neurología francesa lo fue Jean Martín Charcot (1825-1893). Sus alumnos le erigieron una estatua cinco años después de su muerte en el frente del hospital donde impartía sus lecciones. Quizás podría hacerse lo mismo con el Dr. Nicolás Pichardo. 

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