“Tuve una relación muy cercana con mi abuelo, confesó” Iván Hernández Guzmán, con los ojos llorosos y compungido por el dolor que le causó la muerte inesperada del presidente Antonio Guzmán Fernández, el 4 de julio 1982.
Hernández Guzmán, designado en este gobierno director del Instituto de Estabilización de Precios (Inespre), vivió con sus abuelos (don Antonio y doña René Klang de Guzmán) varios años, incluyendo los 4 de gobierno de Guzmán.
Expresa: “que bueno que Dios me ha concedido esa oportunidad de llegar a un cargo público para tener la oportunidad de poder impactar y ayudar positivamente a mucha gente”, porque su abuelo siempre le decía que cuando uno está en una posición de estado debía usarla para ayudar a los demás.
“No recuerdo un cumpleaños que él no haya participado. Cosa importante para un nieto, y siendo presidente, asistió a mi Primera Comunión”, recuerda el director del Inespre.
Agrega que “eso me marcó para siempre, y que hay que atender siempre la familia y el cariño que también tenía por el pueblo”, en el que muchos creen que don Antonio es uno de los mejores presidentes que ha tenido el país en los últimos 50 años.
Era tan leal con sus amigos y familiares cercanos, que decía para conversar con ellos y reunirse con la familia, tenía que sacar tiempo, y así lo hacía.
Recuerda que en los viajes a sus fincas: una en Bohío Viejo, Guayubín; otra en Río San Juan, que aún la tiene la familia; la de Jamao al Norte, en Espaillat, y la otra en Angelina, Cotuí, siempre hacía paradas en el camino para saludar o preguntar por un amigo, sin importar la clase social a la que pertenecía.
Iván dice: “me llenan de orgullo los elogios a mi abuelo, pero es un orgullo atado a la humildad del compromiso y de hacer las cosas bien. Qué bueno que mi abuelo me dejó ese ejemplo, al igual que mis padres, y eso es lo que quiero dejarle a mis hijos y que mis amigos se sientan bien”.
Precisa que “le pido siempre a Dios que no me deje desenfocarme de ese norte, que es hacer las cosas bien. Yo tuve el privilegio de conocer a don Antonio como persona.
Yo caí en cuenta del abuelo que tenía, después que él faltó. Para mi, era mi abuelo, y era un abuelo común y corriente, por el trato que él me daba. Yo tenia 9 años”. Explica que con el paso del tiempo fue que se dio cuenta de la dimensión de un presidente de la República. “Como tuve ese privilegio, lo que él hizo fue lo que tenía que hacer, tomar las decisiones”.