Niña feliz

Niña feliz

Las niñas están teniendo tres veces más episodios depresivos que los varones

Ya en una ocasión les escribí sobre educar a nuestros niños, pero ahora es el turno de las chicas. Porque, aunque en teoría asumimos que como suelen ser las más mimadas y añoñadas, la llevan más fácil, resulta ser que no es así.

Pues estudios han evidenciado que si bien los niveles de logros académicos de las niñas se han elevado al punto en que ahora superan a los niños en forma sistemática, también han aumentado sus índices de estrés, ansiedad y depresión, hasta tal punto, que las niñas están teniendo tres veces más episodios depresivos que los varones, pues aparentemente están haciendo todo lo posible para desarrollarse al máximo, pero no lo disfrutan.

Y esta “brecha de bienestar”, como han indicado, debería ser el foco de padres y maestros, porque es importante que tengan oportunidades ilimitadas, pero, más que nada, es elemental que sean felices.

Expertos han destacado que el 50 % de la felicidad se debe a factores genéticos, un 10 % a las circunstancias vividas y el 40 % restante a la actividad emocional, que podemos aprender a controlar para ser más felices. Esto significa, por tanto, que la felicidad también se aprende.

Debemos trabajar arduamente en saber enseñar a los niños a ser felices porque esto no solo cambiará su forma de vivir y enfrentarse al día a día, sino que también va a modular la forma en la que los pequeños van a encarar el futuro y los problemas que se les presenten.

Nosotros, como madre y padre, somos una influencia poderosa. Incluso los adolescentes, a quienes suponemos fácilmente dominados por la presión de los pares, reconocen que su mamá es quien más importa: según una encuesta realizada por Keds and Girls Leadership sobre casi 1,100 niñas de entre 13 y 18 años, el 63 % de las niñas que informan que tienen un modelo a seguir dicen que es su mamá, y un 48 % recurre a su madre en busca de apoyo cuando tiene un problema. Solo un 15 % acude primero a sus amigos para pedir consejos.

Nuestra hija debe a lo largo de su vida, saber manejar la presión que existe en los medios de comunicación en relación con la imagen que una mujer debe tener, por lo que no debemos reforzar esta idea en casa.

Enseñémosle a quererse. Debemos motivarla y darle las herramientas que le ayuden a alcanzar sus sueños, fomentando el que tenga responsabilidades que le den experiencia en diferentes situaciones para que aprenda a enfrentarse a los obstáculos y a la frustración. Esto le permitirá convertirse en una mujer libre.

Es preciso enseñarle la importancia de cuidar, pero sobre todo de respetar su cuerpo, así como el valor de tener sus propias opiniones. Y recordemos que no es suficiente con que sepa que creemos en ella, debemos decírselo y repetírselo.

Tengamos siempre presente que educar a las niñas es educar al mundo, puesto que ellas son las madres de todo el planeta.

La educación que les otorguemos a las niñas generará un efecto dominó que, de seguro, podría cambiar el mundo. Aportemos a esta sociedad que necesita un mundo donde las niñas crezcan libres y las mujeres sean dueñas de su destino.
*la autora es Psicóloga Clínica

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