Los hechos recientes de feminicidios han provocado gran consternación, entre ellos tenemos casos que muestran la fragilidad del sistema de justicia con prácticas de corrupción e impunidad en la que los agresores quedan libres, favoreciendo así la ejecución de los crímenes. Como ocurrió con Anibel González y la joven asesinada cuyos hijos a cargo de su madre quedaron doblemente huérfanos, con la muerte de esta última al presenciar la libertad del feminicida y su festejo del asesinato.
¿Qué pasa con la niñez huérfana de feminicidios?
No contamos con registros exhaustivos sobre la cantidad de niños, niñas y adolescentes huérfanos de feminicidios en nuestro país. Mucho menos sobre la respuesta de protección que reciben estos.
En muchos casos las familias de la víctima asumen la responsabilidad de acoger a esta niñez huérfana o los distribuyen en diferentes hogares de vecinos, familiares lejanos o amistades. Otros pasan a los hogares dispuestos por CONANI o de instituciones religiosas. Varios se quedan en situación de calle.
Encontramos varios casos en estudios realizados anteriormente con niñez en situación de calle que están deambulando porque su madre fue asesinada por su padre. Además de la violencia vivida siguen sufriendo maltrato, discriminación y exclusión de la sociedad.
La niñez huérfana de estratos pobres no recibe terapia ni acompañamiento psicológico para manejar toda la situación que vivieron de violencia y maltrato de su padre contra su madre hasta llegar al feminicidio. Muchas veces asisten a centros educativos en los que se les solicita que describan su familia, su padre, su madre, e incluso le llegan a pedir fotos con ellos, empeorando su situación.
El manejo de modelos únicos de familias nucleares como la familia modelo en el sistema educativo se convierte en un ejercicio de violencia psicológica hacia esta niñez y adolescencia, así como aquellos/as que viven en familias monoparentales y extensas.
El tratamiento de los feminicidios en nuestro país debe ser profundizado en todas sus raíces y vertientes. Seguir ocultando la violencia de género y los feminicidios dentro de la categoría de violencia intrafamiliar no favorece a las mujeres, ni a la niñez y adolescencia que queda huérfana o en riesgo de convertirse en ello.
Es necesario el reconocimiento de la violencia de género como un fenómeno normalizado social y culturalmente que necesita cambios desde la construcción cultural de la masculinidad. Igualmente establecer dentro de las políticas sociales el abordaje de la niñez y adolescencia que sufre las secuelas de la violencia de género y el feminicidio con líneas claras de acción hacia la protección de esta población y su acompañamiento psicológico y social desde los centros educativos y las comunidades.