Niñez y futuro

Niñez y futuro

El porvenir de cualquier país será auspicioso o desgraciado en función del esmero que ponga el Estado en la formación y preparación de los actores que han de impulsar las transformaciones.

No ha sido por intervención del azar que algunas naciones han alcanzado altos grados de desarrollo y progreso. Se ha debido, sin lugar a dudas, a la seriedad con que el Estado ha asumido el compromiso de preservar los derechos de la niñez, en el entendido de que ésta es simiente de progreso o fracaso.

Si nos apegamos a las premisas anteriores y valoramos las muestras sociales a la mano, podemos intuir que nuestro porvenir no promete muchas bondades.

-II-

El representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Tad Palac, ha dicho que mientras al sistema educativo le falte mobiliario suficiente y escuelas adecuadas, no será posible garantizar los derechos de la niñez.

Su afirmación se ha nutrido de la realidad de un país en el cual hay escuelas en pésimas condiciones estructurales, en las que faltan butacas y otras comodidades necesarias para hacer valer uno de los derechos más importantes de la niñez: la educación, que completa una trilogía de vida con el derecho a la alimentación y el derecho a la salud.

En las circunstancias actuales no se puede hablar de que estemos honrando de la mejor manera el compromiso de educar y formar a nuestros muchachos, de prepararlos para enfrentarse a la vida de manera enaltecedora. Aterra, pero es la realidad, el índice de participación de menores en actos reñidos con la ley, inclusive asaltos y homicidios. ¿Acaso un resultado de la violación de sus derechos de niños?

-III-

En ánimo de atenuar la urticaria que provocan estas reflexiones en la epidermis politiquera de cualquier funcionario, debemos decir que estamos hablando de un mal de mucho tiempo, no exclusivo de esta administración del Estado, ni de la pasada ni la antepasada.

El problema es que no acabamos de asumir, con toda la firmeza que demandan los tiempos y las circunstancias, la tarea de corregir los entuertos y enderezar los caminos.

Nos corresponde, frente a los retos globales, que nos esforcemos más en la satisfacción de los derechos de la niñez, de los futuros hombres y mujeres que harán competir el país en todos los frentes.

No hacerlo puede significar tanto como multiplicar los problemas sociales que tenemos, con un alto número de jóvenes zambullidos en las drogas, las «naciones» y el crimen porque no fueron bien atendidos sus derechos primarios y vitales, entre ellos el de la enseñanza y formación para el bien.

Hacer valer hoy los derechos de la niñez es nuestro compromiso con el porvenir y todos sabemos lo que hay que hacer para honrarlo.

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