Ningún líder político dominicano se ha jubilado

Ningún líder político dominicano se ha jubilado

Lo que plantean analistas o expertos en cuanto al final político de algunos líderes, o lo que consideran conveniente para el país en esa materia, es una cosa, pero otra cosa son las realidades. Porque nuestra historia nos muestra que los políticos no se jubilan. Y cuando las leyes les han puesto límites a los presidentes o expresidentes, han encontrado quienes las reivindiquen. Sólo el destino los ha apartado del ajetreo partidario.
Decir que ninguno, tal vez podría resultar muy arriesgado. Quizás mejor la mayoría. Pero si echamos una mirada a lo acontecido desde 1961 a la fecha, muy pocos líderes, incluyendo los expresidentes, se han sentado en mecedoras, se han puesto a escribir apartados del mundanal partidismo, se han ido a cuidar nietos, sembrar víveres, o a criar animales para algún lado. Todos se mantuvieron o mantienen con los pies sobre los estribos de sus caballos, esperando el momento para continuar la carrera.
Porque lo conveniente o lo ideal para algunos, no necesariamente resulta lo ideal o conveniente para otros. Ya que, también en política todo resulta relativo. Cada persona o cada grupo, dependiendo de las circunstancias y la forma en que ven su presente y su futuro, piensan y actúan de acuerdo a lo que entienden que más les conviene. Se produce una especie de acomodamiento entre las necesidades, las conveniencias y las posibilidades. Que en cierto modo, condicionan el accionar de quienes han estado al frente de los acontecimientos públicos.
Ahí radica, tal vez, el porqué del comportamiento político de nuestros líderes y de nuestros ciudadanos. Porque cada quien analiza las cosas según entiende. Desde su interés particular, y de las posibilidades que vislumbren.
Hipólito, Leonel, Danilo, ni otros políticos, no se van a jubilar así por así. Y si pretendieran hacerlo, encontrarán resistencia de sus allegados, quienes los empujarán a que abandonen esas ideas y se mantengan en primera fila esperando otra oportunidad. Porque de cualquier forma que se analice, sus acciones y sus decisiones estarán condicionadas por quienes entienden que sus destinos han estado vinculados.
El destino o Dios pueden actuar para detenerlos, pero si no sucede nada que les impida continuar, seguirán vigentes. Dirigiendo o aspirando. Y los demás dirigentes o ciudadanos que tienen aspiraciones legítimas, deben entender que tendrán que contar con ellos, o tendrán que enfrentarlos. Porque así ha sido nuestra historia y no creo que vaya a cambiar de la noche a la mañana. No importa si algún sector de la sociedad entienda que hay que darle paso al relevo.
Porque como en pelota, el relevo hay que ganárselo jugando en todos los escenarios. En pequeñas y en grandes ligas. Demostrando que han acumulado experiencias y dotes para que la gente les dé la oportunidad. Y cuando hablo de gente, me refiero a los miembros de los partidos y a los ciudadanos que toman decisiones en las urnas. Pero esperar que se jubilen, no es tan fácil. Este interesante tema me obliga a ampliarlo con más detalles en la próxima entrega.

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