Ningún pueblo ser libre merece…

Ningún pueblo ser libre merece…

«Ningún pueblo ser libre merece, si es esclavo, indolente y servil…» Así reza el canto a la Patria. Esclavos del dinero, indolentes ante los desafueros y serviles ante el poder. )Así somos, o somos así? Historia nuestra llena de epopeyas y muchas bajezas. Grandes hombres, opacados por seres pigmeos. Duarte, Luperón, Espaillat, Lugo, Bosch. Sus contrapartes: Santana, Heureaux, Báez, Trujillo, Balaguer. Pragmatismo sobre idealismo. Lo falso sobre lo verdadero. Así, hoy llegamos a una parodia de nación: paisaje más que país. Refugio de turistas bronceados y rufianes impunes.

)Cuáles son los buenos y cuáles los malos? Según la doctrina «Dominicus Veritas», los «malos» son malandrines de poca monta y los «buenos» aquellos seres audaces, libres de temor al latrocinio millonario. Los «buenos», a su vez, se acompañan de «asesores» y «defensores» encargados de confundir la verdad con la mentira. Ya en el largometraje nacional, es difícil diferenciar el bueno del malo de la película. Política y economía son prácticamente la misma cosa y la lógica del mercado a todo le pone un precio. Ser serio y honesto luce como una anomalía y esa persona se merece sus penurias monetarias por no actuar movido por los «sanos» intereses económicos que mueven al ser humano.

Intelectuales, en otra época faros esperanzadores, hoy han perdido su brillo para convertirse en domesticados burócratas al servicio de intereses sectarios. De nada ha servido el ministerio de cultura, ni el de la juventud, ni el de la mujer. Más burocracia y nada más. Los colores partidarios han teñido la criticidad intelectual dominicana. (Con razón nuestro pueblo se siente tan desamparado! Los Américo Lugo y Juan Bosch ya no están entre nosotros. )Quiénes tomarán su lugar en estos tiempos de conveniencias y amarres coyunturales? )Cómo zafarnos del hechizo mercadológico y abrazar la escurridiza transparencia, a la que tanto le temen los adictos a las malas artes?

)Es ser auténtico evacuar el contenido de nuestras mentes, o será la autenticidad el apego a un modelo de vida crítico que lleva el sello indeleble de nuestra individualidad y experiencias? Cambiar para mejorar las cosas en Quisqueya va mucho más allá de votar cada cuatro años. El verdadero cambio ha de comenzar en nuestro interior cuando tengamos el valor de cuestionar lo que nos rodea, incluyendo las ideas y las tradiciones que heredamos o nos han sido impuestas. La democracia es un asunto de todos: su primer mandamiento es ser libres de pensamiento, palabra y obra. No alquilemos o hipotequemos el preciado don de discernir mediante nuestra razón e íntima convicción. Somos lo que somos porque pensamos. Comencemos por pensar como seres independientes, sensibles y dignos y así nos haremos merecedores de llamarnos seres libres, tal como invoca nuestro canto nacional.

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