¡Píndaro y Herminio están que celebran antes de tiempo! Tienen delante de sí a Niní Cáffaro, quien está a punto de develar los retos que encontró al llegar a dirigir el Teatro Nacional…
“Yo lo que he hecho en la vida es bregar con gente… Cuando llegué aquí se me dijo ‘yo quiero que tú armonices el personal’ -parece tenían muchos conflictos entre sí, porque no se ponen de acuerdo en el área técnica… Se me hizo fácil, porque cuando estaba en el Control de la Malaria tenía 1,200 personas bajo mi cargo… Cuando estaba en Cervecería bregaba con un paquetón de gente…”, comentó Niní.
“¿Pero lo hiciste solo?” –mete la cuchara Píndaro… “Cuando yo llegué aquí –le responde Niní-, me dijeron que podía escoger un equipo y traerlo para trabajar conmigo… Yo les dije que me dejaran observar el personal para yo saber entonces por dónde estaba lo cosa…Y, así hice”…-Y, con orgullo nos dice- “No he botado a nadie de aquí… He trabajado con el mismo personal… Dejo trabajar a la gente…Había parte del personal que nunca habían pisado esta oficina… Como que los directores eran dioses… ¡Rompí eso! Ahora, cualquiera que me quiera ver viene a mi despacho y me presenta su queja… Tramito su punto de vista y trato de armonizar… Lógicamente, luché por ellos y ellos lo saben, porque aquí era muy precario todo…”
“Y cómo te las arreglaste con las áreas gubernamentales para que te apoyaran?” –cuestiona Herminio-… “Fueron muchas las cartas que mandé a los diferentes ministros diciendo las precariedades que afectaban al teatro… Yo les decía el nombre del área que acababa de colapsar… Los techos, el aire acondicionado… Todo estaba colapsando y no había forma de que el Ministerio de Cultura pudiera entrarle, porque no tenía dinero…”
“¿Y qué inventaste para salir del paso?” –le increpa Herminio-…. “Me puse de acuerdo con todo el personal –responde con un aire de felicidad que externa con el movimiento de sus manos y una sonrisa que brota a borbotones-… Voy a tratar de buscar la forma de alquilar las salas principales, que es lo que te puede dar beneficio inmediato –les comenté a todos-… Eso me ha permitido no tener que depender nunca del Ministerio de Cultura… Comencé a darles facilidades a productores… Antes los productores hacían una producción viernes y sábado y dije ¡eso se acabó! Voy a comenzar a sacarle frutos al tiempo de la sala… Eso me permitió comenzar a remendar cosas… Cuando iniciamos con este proceso, llegué a remendar piezas de hasta medio millón de pesos pero, también comencé a pagarle dieta al personal… horas extras…” –sentenció con orgullo-.
“Pero, cómo te hiciste para un techo deteriorado y con goteras y un aire que calentaba más que enfriaba? –cuestiona Píndaro-… “En la primera Feria del Libro aquí vino el presidente Medina y, ante un aire que sólo existía de nombre, preguntó de ese desastre a José Antonio Rodríguez –entonces ministro de Cultura-, y ahí mismo impartió la orden de que se anunciara que este Teatro Nacional iba a ser remozado…Por fin comenzó a fluir la reparación y la remodelación… ¡Nunca cerré el Teatro!…Claro, en los dos meses en que quitamos las butacas y las cosas, en esos dos meses no tuvimos actividades en la sala principal…¡Un día amaneció este teatro como es!”
Cuando Herminio intenta preguntarle algo que estima pendiente, Niní le interrumpe lleno de alegría al recordar un tiempo presente de éxitos al frente del teatro… “¡El Teatro no tenía ni sonido ni luces…! Siento que ahora tengo más fuerzas para trabajar… Me acompaña una nueva camada de gente que cultural y administrativamente puede aportar… Voy a cumplir 80 años dentro de algunos días, y siento que he hecho un trabajo muy bonito… Ya tengo 31 años en la administración pública y me imagino que debo ser jubilado como debe ser porque…” –Y, en una profunda reflexión, expresa – “A veces pienso que me merezco un descanso en la vida porque tengo 60 años ya trabajando… Sin embargo, también me pongo a pensar si vale la pena descansar, si puedo seguir trabajando… Si me permiten seguir adelante sigo haciendo lo que sé hacer… Ser honesto… Por mis manos han pasado millones de pesos… El día que me retire, que debe venir en cualquier momento, el único atributo que quiero que se me endilgue es que yo he sido un hombre honesto en toda mi vida… en mi trabajo…¡Hasta en el arte!” –concluye nuestra entrevista, levantando ambas manos como señalando a un cielo que es cada vez más amplio para él y su gestión-…
Y, Píndaro le comenta a Herminio y a sus lectores: “Niní empezó a los 7 años creyéndose un Tarzán en Gascue… Hoy sigue en Gascue pero, ¡como un ‘Señor director’!”.