Según las investigaciones más recientes, el 50 por ciento de la felicidad se debe a factores genéticos, un 10 por ciento a las circunstancias vividas, y el 40 por ciento a la actividad emocional que podemos aprender a controlar para ser más felices. Es decir, que la felicidad también se aprende.
“Los mejores indicadores de felicidad futura son internos, no externos”, es por esto la importancia de ayudar a los niños a desarrollar recursos internos que puedan utilizar a lo largo de sus vidas.
Afortunadamente, no hay que ser una experta en psicología infantil para animar a tu hijo a encontrar la fuerza interior y la sabiduría que se requiere para superar los altibajos de la vida. Con paciencia y flexibilidad, cualquier padre de familia puede establecer las bases para una vida llena de felicidad. Solo es preciso tener en cuenta que niños amables experimentan más satisfacción y energía, son más cariñosos y agradables, y gozan de aceptación social; que los niños educados en un entorno positivo son más seguros y creen más en sí mismos; y que ellos deben aprender a controlar y regular sus emociones para resolver los problemas de manera pacífica, ya que eso genera tranquilidad y armonía en su carácter.
No hay dudas de que la recreación constante y el complacer sus antojitos puede ser el sueño de todos los niños, pero lo que realmente hace más feliz a tu pequeño, eres tú. Y esa es la primera clave para criar a un niño feliz, relacionarse con ellos, jugar con ellos. Si tú te estás divirtiendo con ellos, ellos los disfrutan con placer, y se divierten. Recuerda que si bien la risa es la expresión de alegría de un niño, te aseguro que tu compañía, tu atención, respeto, confianza y seguridad, es lo que propicia la verdadera felicidad de un niño, ya que se siente querido y aceptado.
Es por esto que el juego no estructurado le permite descubrir lo que le gusta hacer: construir torres con bloques de madera, jugar al hospital con sus animalitos de peluche, lo cual puede orientarlo hacia una carrera que le satisfará.
Si tu pequeño desarrolla un sentido de independencia y confianza, eso puede llevarlo a tener más autoestima y a ser más feliz. Una forma de ayudar a tu hijo a desarrollar estas cualidades es dejar que juegue solo durante 10 ó 15 minutos, varias veces al día.
También es importante tener en cuenta, que los niños necesitan saber que a veces es normal sentirse afligidos. Es, sencillamente, parte de la vida. Y si tratamos de rescatarlo de cualquier desdicha, podríamos estarle enviando el mensaje de que está mal sentirse triste. Necesitamos dejarlos experimentar sus sentimientos, incluyendo la tristeza, ya que el permitir que los niños pasen por diversas experiencias, incluso difíciles o frustrantes, les ayuda a llenar la reserva de fuerza interior que conduce a la felicidad. Aprender a lidiar con las inevitables frustraciones de la vida es básico para la felicidad de tu hijo en el futuro. Esto no significa que los niños no deban pedir ayuda si la necesitan, pero tu papel es ayudarlos a que encuentren una solución ellos mismos, no proporcionársela.
Teniendo todo esto en cuenta, las señales pueden ser obvias: un niño feliz sonríe, juega, exhibe curiosidad, muestra interés en otros niños y no necesita estimulación constante.