¿Niño manipulador? aprenda a manejarlo

¿Niño manipulador? aprenda a manejarlo

La manipulación es un acto donde a través de mecanismos como el lenguaje, comportamiento, la expresión de emociones, alguien trata de lograr de otro algún objetivo que principalmente beneficie a la persona que está ejerciendo este poder.

Como explica Arisleydi Sánchez Guzmán, psicóloga infanto-juvenil del Centro Vida y Familia Ana Simó, en el caso de los niños no es un plan confeccionado o planificado. Lo que se da en el pequeño es una constante búsqueda del placer, donde trata que las personas a su alrededor complazcan sus deseos y necesidades.

“La manipulación se da cuando el niño quiere hacer algo y al negárselo o ponerle un límite él reacciona de una forma específica y con esto logra hacer cambiar de opinión a su progenitor. En este caso el niño va asociando cuales conductas debe ir repitiendo para doblegar la voluntad del padre y chantajearlo”.

La especialista asegura que ser padres muy permisivos es una de las principales causas cuando ocurren estos casos de manipulación; es una de las razones más frecuentes de que ésta se convierta en el patrón relacional entre los progenitores y sus hijos. “También el hecho de que los padres se muestren temerosos y no seguros de su rol, permitiendo cualquier tipo de comportamiento en su hijo”, señala.

Pero también existen otros factores que influyen, dice Sánchez Guzmán. Entre estos, la falta de límites, las figuras de autoridad no suelen ser constantes en el cumplimiento de las normas, la debilidad al exigir el cumplimiento de las responsabilidades, permitir que el niño sea quien regule su carácter y criarlo caprichosamente.

Cómo manejarse.  La experta explica que regularmente a los padres que les cuesta poner límites son los que presentan mayores inconvenientes con esta situación. Tienden a ser  muy pasivos al hora de llamar la atención y de hacer respetar y cumplir las reglas.

“Lo esencial es que el hijo se dé cuenta que con la manipulación no van a obtener lo que quiere. Esto quiere decir que los padres no cambien de opinión, no cedan en sus decisiones o no las flexibilicen porque el niño tuvo una reacción negativa”,  refiere Sánchez.

Consecuencias y recomendaciones.  De no tratar de controlar esta acción manipuladora en el niño, al crecer es muy probable que sea “una persona con poco autocontrol, baja tolerancia a la frustración, mal manejo de los conflictos”. “Pueden crecer con carácter impulsivo, agresivo y con escasas habilidades sociales. Y en la adolescencia suelen presentar problemas de drogadicción, alcohol y depresión en mayor proporción a sus pares”, advierte.

Para prevenir estas acciones, es necesario, asegura la psicóloga, poner límites, reglas y normas en la casa, como parte de la responsabilidad de los padres. Los niños no saben lo que les conviene para el futuro, y son sus progenitores los visionarios de su vida, quienes deben elegir cuáles son los retos que debe enfrentar cada hijo para estar preparado para su vida adulta.

“Cuando los padres no están seguros de lo que deben hacer, lo mejor es buscar ayuda de un profesional que pueda guiarlos en su desempeño y estimular sus habilidades parentales para el bienestar de los pequeños; así como también lograr un equilibrio en la educación y formación”.

Javier Urra, psicólogo

En su libro “Educar con sentido común”, Javier Urra aconseja ser persistentes y no ceder en ningún caso, pues los resultados no son inmediatos, “llevan un tiempo pero se consigue”.  Pero siempre se debe transmitir firmeza y demostrarle que no conseguirá lo que pretende mediante rabietas, testarudez e incumplimiento de normas. Asimismo explica que educar supone dar seguridad, afecto, transmitir valores, saber poner límites y decir no, mandar y prohibir. Y que el adulto se comporte como tal.

Características de esta manipulación   

Llantos desproporcionados. Pero no hay lágrimas al llorar.  Los gritos van en escaladas.  Puede tirar algún objeto o intentar pegarles a sus progenitores.

 El niño está atento a que el adulto lo esté mirando mientras demuestra su dolor. Regularmente cuando el adulto se va del espacio la rabieta desaparece. Suelen decir palabras hirientes: “no te quiero”, “no eres mi mamá”, “no te voy a hablar nunca más”, “eres el peor padre”.

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