Niño muerto de balazo oraba en templo

Niño muerto de balazo oraba en templo

POR ELIAS RUIZ  MATUK
VILLA MELLA.-
El niño Alex Junior Méndez Valenzuela, de siete años, oraba en un templo cristiano, arrodillado junto con los demás feligreses, sin sospechar que en el momento en que hablaba con Dios iba a ser víctima de uno de los disparos que le asustaron segundos antes de resultar herido y que le hizo caer en los pies de su madre.

Méndez Valenzuela, hijo del sargento de la Policía Junior Méndez Cabrera, fue alcanzado en la por un proyectil que le atravesó el corazón, cuando miembros de una banda, que aparentemente perseguían a otros, dispararon  indiscriminadamente en todos los alrededores de la Manzana 4075, donde está ubicado el  «Centro de Oración Primaveral»,  en el sector Loma del Chivo, urbanización Primaveral en Santo Domingo Norte.

Las escenas de dolor e indignación  por la muerte del infante no se hicieron esperar.

En el instante en que se enfrentaban las bandas, el culto de oración era dirigido por Lidia Jiménez, que no vio de dónde provenían los disparos, pero sí cuando caía el niño a los pies de su madre.

En el templo había ayer vestigios de sangre y algunas de las sillas plásticas que fueron rotas por los disparos que.

Algunos feligreses dijeron que muchos de ellos no resultaron heridos por la balacera, «porque todos estábamos hincados, orando al Señor».

En efecto, el único que levantó su pequeño cuerpo fue Méndez Valenzuela, que asustado por los disparos quería llegar a los brazos de su madre en busca de protección.

Yaniris Valenzuela, la madre del infante, vio que su vástago sangraba y perdía el conocimiento, por lo que uno de sus hermanos de la iglesia, Víctor Manuel Carrasco, de 42 años, lo acogió en sus brazos para llevarlo al centro asistencial de Villa Mella, «pero el niño llegó sin vida»  al hospital.

El santuario de oración pertenece a la congregación cristiana Iglesia de Dios Incorporada, pastoreada por Salustiano Solimán (Wilkins),  quien reaccionó indignado por la inseguridad que se vive en el país.

«El hecho de que las balas hayan alcanzado a dentro de la iglesia, habla mucho de nuestra inseguridad», dijo Solimán, que criticó a las autoridades policiales en el sentido de que «seguridad no es hacer un operativo un día, sino unirse a la comunidad».

Solimán dijo que ver morir a un niño dentro de la misma iglesia, en que se supone la población busca la paz espiritual, es una muestra de que los líderes del país deben aterrizar y poner los pies sobre la tierra para poder brindarles a la población la seguridad que se merecen y que pagan mediante sus impuestos.

Afirmó que la muerte del niño en la iglesia es un momento duro  para todos los presentes y la comunidad misma, pero no por ello desmayarán en su intención de luchar en el ámbito espiritual.

«La liturgia seguirá, seguiremos clamando y esto nos motiva más a agarrarnos del Señor, porque en cualquier momento sabemos que podemos partir de esta tierra.  Hoy fue ese niño, pero mañana puede ser cualquiera de nosotros», expresó.

EL VELATORIO

El cadáver de  Méndez Valenzuela fue colocado sobre dos humildes sillas y en medio de la sala de la casa número 20 de la Manzana 2076 del sector Loma del Chivo.  Su madre lucía inconsolable, en varias ocasiones tuvo que ser atendida médicamente, mientras que sus hermanas y madre (tías y abuela del niño) lamentaban y lloraban su muerte, ya que era la única sonrisa infantil que alegraba el ambiente de su hogar. Era hijo único.

«Oh, mi niño lindo, que siempre me preguntaba, cómo me iba a decir, si mami o tía, porque siempre te cuidaba», lamentaba Dilcia Valenzuela Roa, una de sus tías entre sollozos inconsolables.

Su padre, Méndez Cabrera, pasaba un pañuelo en el rostro de su hijo muerto, como si le secara el sudor, que realmente no existía, y con los ojos rojos de tanto llorar, decía a los periodistas que no podría dar una versión de los hechos porque no fue testigo.

VERSION POLICIAL

El hecho ocurrió alrededor de las 8:00 de la noche, cuando una banda supuestamente liderada por Miguel Angel de la Cruz (Micky Way») y otros tres desconocidos perseguían a una persona identificada solo como «Germán» a quien buscaban por rencillas personales.

Al no encontrarlo, comenzaron a disparar indiscriminadamente y agredieron a machetazos a Carlos Manuel de la Cruz Vásquez, de 27 años,  y a su hermano Claudio de la Cruz Vásquez, de 32 y a quien hirieron en el brazo derecho.

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