Diego llegó al país en 2005 acompañado de sus padres adoptivos, una pareja de rusos que había conocido dos años antes. Sin embargo, lo que para el pequeño eran unas vacaciones familiares, se convirtió en una pesadilla que no termina.
El niño de 12 años, originario de la región de Volgogrado en Rusia, fue abandonado por la pareja, que lo dejó con un taxista en la playa de Boca Chica. Su adopción fue aparentemente la pantalla de un negocio de tráfico de cocaína, como determinaron luego las autoridades.
Mientras la pareja era apresada con la droga a su regreso a Rusia, el niño pasó al cuidado del taxista y de su esposa, desde donde tuvo que ser trasladado a una estancia infantil, por denuncias de maltrato.
De acuerdo con un reportaje del periodista Ezequiel Abiu López para la agencia de prensa AP, el niño sueña con regresar a Rusia, aunque olvidó su idioma natal. Diego no ha recibido educación formal durante su estancia en el país. Empero, esta semana un grupo humanitario lo inscribirá en un colegio.
El problema es que no es elegible para adopción por nadie más, porque no existe ningún tipo de información sobre su familia biológica rusa, como explicó a AP la consultora jurídica del Consejo Nacional para la Niñez y Adolescencia (Conani), Alix Peña.
El cónsul general de la embajada rusa en Venezuela, Iván Savin, dijo que los documentos familiares solo pueden ser obtenidos a través de una petición gubernamental a Rusia. Hasta el momento, el Gobierno no la ha hecho. El caso se conoció porque el mediador de Derechos de Niñez ruso, Pavel Astakhov, lo citó en una rueda de prensa en Moscú.
Las claves
1. Un caso único
Como dijo Juan Ramón Sánchez, director del refugio en que vive Diego en Boca Chica, su caso es único, porque le ha tocado ver pasar muchos niños por la estancia, mientras su situación sigue igual.
2. Hacen gestiones
La embajada rusa en Venezuela envió a sus oficiales al país para conocer al muchacho hace años. Sin embargo, todavía no han ofrecido ninguna alternativa para resolver su situación.