Niños amanerados y homosexualidad

Niños amanerados y homosexualidad

MAURO CASTILLO
En los hogares donde los padres comienzan a observar que en uno de los hijos varones se hacen notorias las apariciones de ciertas conductas amaneradas o afeminadas, se produce de inmediato una gran preocupación para toda la familia, especialmente en aquellos casos en que los ademanes del muchacho son tan frecuentes y tan marcados que resultan perceptibles por todo el mundo social, donde se desenvuelve, llámese el vecindario, la Escuela o Colegio, los Clubes Sociales que más frecuenta, etc.

La actitud más respondida que adoptan los padres o tutores es comenzar a llamarle la atención a ese hijo y criticarle para que no ponga las manos de esa forma, que deje de pararse con esa postura de mujercita, etc.

En ocasiones le sugieren que haga algún deporte, que monte bicicleta, que salga con los amiguitos, a lo cual se niega, pues prefiere la vida pasiva, ver TV, leer mucho, chatear en el Internet, oír música pop y levantarse tarde los fines de semana. La mayoría de sus amigos son de sexo femenino con quienes se siente muy a gusto, especialmente cuando las niñas o pre-adolescentes están hablando de modas o jugando muñecas (La Barby).

El 22 de mayo del año 2001 publicamos en la sección de «Opinión» de este periódico «Hoy» Pág. 19, un artículo titulado «Una Vacuna Contra la Homosexualidad», lo que indujo a muchos padres a visitar nuestra consulta en estos últimos años en compañía de sus hijos que presentaban conductas amaneradas y temían que en el futuro se desviaran hacia la homosexualidad y nos pedían que le aplicaran ese programa de vacunación contra una eventual homosexualidad.

El último caso tratado ha sido el niño S.E. de 2;5 años, procedente de la ciudad de Miami, USA, quien tiene un buen desarrollo de Inteligencia y es muy sociable. Es además el hijo único de los padres dominicanos residentes en Estados Unidos y la madre lo ha sorprendido tratando de maquillarse como ella; se coloca los brasieles en su pecho tal como se los coloca la madre. Una niña vecina que tiene 1 año más que él, posee una muñeca Barby y lo visita con frecuencia y cuando ella llega, él toma prestada la muñeca y la carga con mucha ternura como si él fuese una mamá.

La madre se queja además, de que deja caer las manitos con una postura afeminada. El padre tiene 2 trabajos y cuando llega a la casa se siente muy cansado y casi nunca tiene tiempo para jugar con su hijo, o salir juntos a pasearle los domingos.

Recientemente la madre le dijo a su esposo que deseaba hablar con él sobre la conducta extraña del niño y le manifestó que estaba muy angustiada por su hijo S.E. estaba presentando desde hacía cierto tiempo un comportamiento afeminado y temía que fuese homosexual. El padre reaccionó con enfado y rechazando esa opinión. La abuela del niño que vive aquí en Sto. Dgo. había leído nuestro artículo citado y le pidió a la hija que lo trajera cuanto antes a nuestra consulta e hizo un viaje relámpago al país.

Después de la segunda consulta le solicitamos que necesitábamos la presencia del padre, quien de inmediato pidió un permiso en su trabajo y viajó también a Sto. Dgo. por una semana.

Durante varias sesiones de Psicoterapia le dejamos a los padres el programa a seguir junto a su hijo S.E. y muy especialmente la prevalencia de la presencia de la imagen del padre en las actividades que realiza el niño, aun sea en horas de la noche cuando llega del trabajo.

En la última llamada para control del programa que les aplicamos a los padres, se nos informó que S.E. está evolucionando hacia un cambio muy significativo en sus respuestas conductuales y se ha notado la desaparición de las tendencias amaneradas que crearon la terrible preocupación de los padres.

Deseamos hacer un llamado a todos los padres, los profesores, especialmente los de pre-primarias y primarias y a muchos Pediatras, que deben referir a los Psicólogos Clínicos Infantiles estos casos de niños amanerados en forma inmediata desde los primeros años, época en que resultaría más fácil superar el problema. Sin embargo si esto se deja para la pre-adolescencia o la adolescencia resultaría muy difícil o casi imposible conseguir verdaderos cambios conductuales con el riesgo de que los sujetos puedan tornarse eventualmente homosexuales, tímidos, inhibidos sexuales o cualquier otro tipo de aberración sexual.

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