Niños cantores de la Zona Colonial

Niños cantores de la Zona Colonial

En las madrugadas de diciembre, su canto alegre despierta el optimismo de los moradores de la Ciudad Colonial. Casi ningún cuerpo se resiste al entusiasmo contagiante de sus voces infantiles saludando el nuevo día con gloriosos villancicos navideños que anuncian paz, gozo, amor y el sublime acontecimiento que es el nacimiento de Dios hecho niño.

Desafían el frío, enfrentan las heladas brisas, resisten indiferentes la caída del rocío y salen a llevar los aires tempraneros de Navidad con sus tradicionales boinas y bufandas y las chaquetas rojas y verdes que recibieron como obsequio de la distinguida artista Patricia Ascuasiati, en recompensa por haberla animado a abrir sus ojos y estirar el cuerpo con el candoroso recital despidiendo el año.

Son los niños cantores, una esperada y celebrada tradición desde 1993, cuando doña Casilda Reyes Gómez los reunió en su hogar de la Sánchez para acompañarlos en el amanecer de sus mañitas pronosticando la Nochebuena y el Año Nuevo.

Pamela Ubiera, Rohini Rodríguez, Sharai y Noemí Valdez, Scarlet García, Michael Urbáez, Erica Pérez, Raquel y Carolina Méndez, Carla y Jassel López, Luis Miguel Encarnación, Salne Díaz, Paloma Hernández, Pamela Jiménez, Ángela Ramírez, Raquel Rodríguez, Kenia Guevara, Carolina Jiménez, José Antonio e Ironely Díaz y Virgilio Félix son los integrantes del especial conjunto que asalta eufórico el sueño decembrino del añoso entorno.

El profesor Domingo Pérez los sigue a veces con el órgano, después de horas de ensayo. Son las panderetas, sin embargo, el principal instrumento que los acompaña y anima pues el viejo y pequeño radio transmisor donde colocan las pistas se ha cansado de tocar y su sonido es apagado, débil, ronco como sus años. No obstante, han vencido esas y otras precariedades y siguen siendo el cándido símbolo del contento que calienta la alborada del histórico sitio.

Enfrentan la oscuridad que proclama el alba y aúnan sus tiernos trinos que tienen la dulce imagen de la Virgen lavando, las campanas tocando para ver al Niño en la cuna, el descenso alborozado desde las cabañas y las montañas para traer a los amigos flores, de las mejores, imágenes que con la espontánea marcha de los Pastores y Reyes Magos combinan arbolitos, cascabeles, oasis, estrellas, camellos, asnos, turrones y miel presentes en el venerable pesebre de Belén.

Unas tazas de caliente chocolate o reavivante jengibre, bocadillos, el decidido fervor de los vecinos de ese y otros barrios que se afanan en seguirlos o apoyarlos con aplausos y canciones desde los centenarios balcones y ventanas, representan el cuadro sencillo, afable, puro, hermoso de diciembre en la ciudad de ladrillos y piedras seculares: el de los Niños Cantores de la Zona Colonial.

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