Niños hiperactivos crean y juegan para aprender a crecer

Niños hiperactivos crean y juegan para aprender a crecer

WASHINGTON, AFP.- En la escuela Lab School, en Washington, leer y escribir se aprende jugando a las cartas o dibujando un árbol genealógico. En historia, se fabrican los modelos de Leonardo da Vinci. El objetivo: enseñar a crecer a niños con problemas de atención, aprendizaje e hiperactividad.

Los 330 alumnos del establecimiento presentan distintos trastornos de atención y aprendizaje, que van desde la dislexia leve a problemas más complejos. Muchos son clasificados como “hiperactivos” por estar siempre en movimiento.

En esta escuela, que acoge cuatro veces más varones que niñas, un tercio de los alumnos toman medicamentos como la Ritalina (metilfenidato), una potente droga de la familia de los anfetamínicos, para restablecer un funcionamiento neurológico defectuoso.

Para la directora del centro, Sally Smith, que fundó el establecimiento hace 40 años porque su hijo Gary no aprendía a leer, estos niños pueden aprenderlo todo si se les enseña en forma diferente y se les hace un seguimiento individual preciso.

“La mayor parte de lo que hacemos aquí es visual y concreto”, explica.

Su método se basa en su experiencia como madre. “Organizaba para mis hijos fiestas de cumpleaños temáticas, de espías, de piratas, con obras de teatro y juegos. Gary se acordaba de los más mínimos detalles, pero a veces no llegaba a memorizar cualquier cosa en la escuela”, cuenta. Eso la llevó a lanzar “clubes académicos”, una combinación de juegos de roles con pedagogía especializada, donde los alumnos eran sumergidos en un período de la historia durante un año entero.

Los clubes se fueron convirtiendo en una escuela privada, pero sin fines de lucro, y subvencionada por su utilidad social, que abarca la enseñanza primaria y secundaria.

En el “Club de la caverna”, una sala de clase transformada en una caverna prehistórica, un niño que no llega a comprender el concepto de abstracto, ni a retener una fecha, “sabe la diferencia entre la edad de piedra inferior y superior”, explica Smith. Los niños “evolucionan” de la edad de piedra a la edad de hierro. Aprenden haciendo, tocando, cantando. De paso, aprenden también a escucharse los unos a los otros, a respetar “las normas de la tribu” en torno a un “viejo sabio”, el maestro.

 

En el “Club de dioses y diosas”, un alumno acaba de darse cuenta de la magnitud del imperio de Julio César cuando interrumpe a su profesora, “Cleopatra”, vestida con una toga violeta. “¡Pero si tu marido vive muy lejos!”, le dice el niño.

Para enseñar al concepto de democracia, el profesor se convierte en un verdadero tirano para hacer que los alumnos se organicen y denuncien la injusticia ante la dirección.

Una de las bases de este centro educativo se basa en la alegría, la creatividad, las artes y el trabajo vinculado a la memoria y a la imaginación. El pintor contemporáneo estadounidense Robert Rauschenberg visita la escuela una vez al año a trabajar con los alumnos.

Las bases de la educación occidental no se olvidan en este centro. La lectura tiene el lugar de honor, de mañana.

La profesora Lynn Canon usa tarjetas plastificadas con sílabas o mitades de palabras que se colocan y desplazan sobre la mesa. Algunos de sus alumnos, niños de entre 8 y 9 años, tienen dificultades para quedarse tranquilos, o tienden a dormirse bastante.

“Debemos utilizar métodos muy sistemáticos y explícitos o de otra manera estos alumnos no aprenderían nunca a leer”, opina Canon.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas