No a la huelga

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Si en algo estamos todos de acuerdo es en la validez de la preocupación por la reforma fiscal en proyecto.

Todos creemos que la reforma, hasta demostración en contrario, habrá de limitar nuestra capacidad para comprar bienes y servicios.

Esto así porque la reforma podría consistir en la creación de nuevos impuestos, el incremento de algunos existentes o en restricciones sobre el consumo.

Inclusive, la ampliación de la base para el Itebis es, en esencia, un nuevo impuesto en el caso de los bienes y servicios que dejarían de estar exentos de su cobro.

Hay, pues, lo que se puede denominar un consenso en cuanto a la validez de las preocupaciones que nos acarrea la pretendida reforma fiscal.

II

El punto es que esa unidad de criterio en torno a la reforma fiscal existe también en lo que concierne a la forma de rechazar dicha reforma.

La huelga general convocada para los días jueves 16 y viernes 17 del presente mes, por ejemplo, sería la peor manera de oponerse a una reforma fiscal que, según las autoridades y el Fondo Monetario Internacional, sería inevitable.

En este país, con honrosas excepciones, las huelgas no han aportado soluciones, sino dramáticas tragedias y empeoramiento de los males. Los ataques contra propiedades públicas y privadas, así como las agresiones contra autoridades, han sido constantes en estas mal llamadas huelgas.

Algunos grupos, entre ellos pseudos sindicatos, tienen la manía de convocar paros y protestas de las cuales generalmente pierden el control. Se trata de grupos con mala reputación en materia de lucha social y jamás han sobresalido por ser exitosos en el aporte de soluciones a los problemas del país.

Se trata de grupos con liderazgos desacreditados por sus propias prácticas.

III

Si conviene o no la reforma fiscal que lo determine un debate abierto sin interrupción de labores. Las posiciones de fuerza no tienen el mérito de cooperar con la solución, no aportan ideas y degeneran en situaciones indeseables.

Lo prudente sería escuchar el discurso del Presidente Leonel Fernández, anunciado para este martes, y a partir de su contenido formular, si fuese preciso, contrapropuestas para tratar de que la reforma fiscal influya lo menos posible en la capacidad de compra de las familias más pobres.

Actualmente se practican consultas acerca de la modificación de la Constitución de la República, lo que, necesariamente, abre espacio para un debate. Tratemos de que se haga lo mismo en cuanto a la reforma fiscal.

Las fuerzas sociales deberían procurar que el Gobierno atienda sus reclamos de austeridad, de disminución del gasto público y de otras alternativas diferentes a los impuestos.

En lo que no podemos caer es en huelgas que pueden constituirse en el mar revuelto que ciertos liderazgos del oscurantismo necesitan para mantener su vigencia. Demos al llamado a huelga un «no» rotundo.

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