«¡No a la pena de muerte!», los abolicionistas desfilan en Madrid

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MADRID. AFP. Enarbolando pancartas que decían «¡No a la pena de muerte!», activistas contra la pena capital desfilaron hoy por el centro de Madrid, poniendo punto final a un congreso que durante tres días reunió a políticos, expertos y afectados de todo el mundo.  

Unidos por una gruesa soga de ahorcado que cargaban sobre el hombro, decenas de activistas marcharon en una cadena humana agitando enormes manos rojas de cartón en las que podía leerse «Decid no a la pena de muerte».  

Entre el estruendo de una quincena de tambores, les seguía el resto de manifestantes, encabezados por una gran pancarta de la ONG Amnistía Internacional: «Esta es tu última comida ¿Cuál es tu última voluntad? ¡No a la pena de muerte!».  

«Soy defensora de los derechos humanos y el primero es el derecho a la vida», decía Mari Paz Hualde, de 73 años, ataviada con un chaleco amarillo de Amnistía.  

A los países que aún contemplan la pena de muerte les pediría «primero una moratoria, que implica que no ejecuten a los ya condenados». «A veces durante las moratorias se sigue condenando, pero es un primer paso», agregaba la activista.   Durante tres días, el 5º Congreso Mundial contra la Pena de Muerte reunió a cientos de participantes de 90 países para debatir aspectos jurídicos, políticos y humanos sobre la pena capital.  

El rostro del congreso lo pusieron testimonios como el del exverdugo estadounidense Jerry Givens que, tras haber ejecutado a 62 personas, milita por la abolición.  

También participaron excondenados que escaparon a ejecuciones en Estados Unidos, China o Irán, así como familiares de presos que esperan en el corredor de la muerte.   «Fue realmente impresionante que hubiese tanta gente con tanto que contar», dice el canadiense Charles Perroud, de 39 años, mientras se prepara para cargarse al hombro la soga.  

«Eso es lo que nos hace seguir adelante, ver que lo que estamos haciendo tiene un impacto importante», agrega este activista que viajó desde Quebec para el congreso.  

Entre los manifestantes, varias jóvenes chinas denunciaban las ejecuciones en su país, especialmente de miembros del grupo religioso Falun Gong. «El partido comunista chino mata a las personas sólo por sus creencias», fustigaba Susana Yang, de 27 años.  

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