No a los campamentos

No a los campamentos

Todo dominicano que ame su nación debe elevar su voz para oponerse a la instalación, en sueldo patrio, de campamentos de refugiados haitianos como proponen organismos internacionales.

El país no soporta la carga que representa ya la presencia en esta parte de la isla de millones de indocumentados procedentes de Haití, y mucho menos podríamos entregar y designar áreas para acoger cientos de miles de refugiados.

Hay que recordar la historia, la ocupación de 22 años, las luchas por la Independencia Nacional, las batallas del 19 y el 30 de marzo, el conflicto del año 1937 y las profundas diferencias étnicas, culturales, idiomáticas, religiosas y de toda índole que nos separan del país vecino, como para advertir las nefastas consecuencias que se derivarían de dicha instalación.

Es tal la imposibilidad de materializar dicha pretensión, que hasta la Pastoral Haitiana admite que República Dominicana no soportaría cargar con esos refugiados. «La Pastoral Haitiana de la Iglesia Católica indicó que un éxodo masivo de haitianos hacia República Dominicana desbordaría las posibilidades de acogida del país», se señala en el periódico El Día.

Tenía razón ese estadista visionario y nacionalista, doctor Joaquín Balaguer, cuando advertía, ante el Congreso Nacional reunido en Asamblea Nacional, en el año 1994, de los nefastos planes de las potencias colonizadoras de provocar la fusión del país con el vecino Haití, como forma de «resolver» el grave problema haitiano y frenar la migración hacia los Estados Unidos de balseros procedentes de esta Isla.

En suelo de la República de Haití, de aquel lado de la frontera, hay terreno y espacio más que suficiente para acoger campos de refugiados, bajo los auspicios del ACNUR y con la solidaridad de la Cruz Roja Internacional, Caritas, la propia ONU, la OEA, el Caricom, Estados Unidos, Canadá, Francia, Inglaterra, etc. Pero, de este lado, no, mil veces, no.

Hacemos, pues, un formal llamado al Gobierno Dominicano, en la persona del Jefe del Estado, Hipólito Mejía, para que se case con la historia y, en cumplimiento de su juramento, con la mano sobre la Biblia, de defender, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes, diga no a la solicitud del ACNUR en el sentido de que se instalen campamentos de refugiados haitianos en nuestro suelo nacional.

Saludamos, igualmente, la valiente e histórica resolución emitida por el Senado de la República rechazando tal pretensión. Haití es responsabilidad de las potencias coloniales que la devastaron, llevándose sus recursos naturales y, posteriormente, tolerando y aupando diferentes y sanguinarias dictaduras. Es a esas naciones, y no al país, a quienes corresponde la responsabilidad de sacar a esa empobrecida República caribeña, del estado en que se encuentra.

Elevamos nuestra voz, vigorosa y responsablemente, para que todo dominicano consciente del peligro que supondría ceder territorio nacional para fijar colonias de refugiados haitianos, se pronuncie en contra de esa barbaridad, no sin antes recordar que en los Balcanes sucedió algo similar, con las violentas consecuencias que conocemos. Digámosle NO a la pretensión de fusionar el país con Haití, cuyo punto de partida sería la instalación de campos de refugiados haitianos en territorio dominicano.

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