¡No agitemos las avispas, que nos pueden picar!

¡No agitemos las avispas, que nos pueden picar!

“¡Anjá! ¡Te agarré con las manos en la masa!” -le grita Píndaro a Pimpinito, su mejor amigo, cuando se lo encuentra con un yaniqueque a media boca. Un arma de reglamento que habían traído a la casa para la cena de uno de los serenos, porque si no, el hambre lo mataba.

“¡Oye Píndaro! -le grita Pimpinito- ¡Yo tengo principios éticos y tú no eres quien para juzgarme. Mírate el sucio que tienes en tu ojo, antes de mirar la paja en el ojo ajeno!

“En eso, Pimpinito, tienes mucha razón. Estamos en la obligación de hacer un fuerte compromiso de conciencia para poder actuar con ética”.

“Oye Píndaro –le dice Pimpinito-, ¿y con qué se come eso que llamas ‘ética’?”

“No me fuñas –le responde Píndaro- yo tengo valores y, tú tienes valores. Dicen que los valores existen entre sí, independientemente de que los aprecies, o no. Y, no te hagas el pendejo o el loco, que los valores no dependen de que te gusten o no; los ‘valores’ valen por sí mismos, y no porque te gusten a ti o a cualquier otra persona. Por eso, se les dice que son objetivos”.

“¡Diantre! –exclama Pimpinito- ¡Tú si inventas vainas Píndaro! ¿Y por qué cuando yo hago lo que me da la gana tú te enfogonas conmigo?

“Ahhh, muy sencillo mi amigo Pimpinito, ¡cuando tú inventas una vaina que no debes hacer, das origen a un contravalor o, lo que es lo mismo, un valor negativo y, estás metiendo la pata!”

“¡Otra vez esa filosofía barata, Píndaro!”

“¡No es filosofía barata Pimpinito! Mira, este país estuviera mejor si aquí no se robara tanto, no se estuviera andando en las calles sin placa, atento a que estás pegao. E’má, si aquí la gente no saliera a la calle tan caliente porque picado por una banda de mosquitos no ha dormido, cada lugar de trabajo fuera más frío” –termina diciéndole Píndaro-.

“Oye Píndaro –interrumpe Pimpinito-, tú no quieres un chin de este yaniqueque… déjate de vaina y muérdelo, que ta’má bueno!!! No le hagas caso a eso de tener valores, cuando lo que tengo e’una hambre de cuadritos”. A lo que Píndaro responde “Esa es tu personalidad y por eso estamos como estamos en ete paí”.

“Píndaro, ahora yo salgo a todos los actos sociales porque me dijeron que debo hacerlo si quiero que me vean”… -dice Pimpinito-. “Una vez yo leí que una actitud es un ‘acto social’ y, por eso, no me pierdo una juntadera”.

“¡Nooooo, Pimpinito! No confundas la gimnasia con la magnesia –exclama Píndaro-. Una cosa es que una nueva actitiud, o expresarse a través de lo que tú dices o lo que tú haces, transmita a los demás un mensaje que sea entendido, y otra cosa es que te quieras agarrar de eso para armar una chercha todos los días. Al igual que nuestros amigos, tú tienes que llegar a desarrollar nuevas actitudes que muestren que tienes valores. Así podrás empezar a crear una opinión más favorable”.

“¡Ese es un cuento chino, Píndaro!” –exclama Pimpinito-, Píndaro le responde: “Cuando los chinos inventaron el paracaídas no tenían ni idea de las leyes del rozamiento, ni de la ley de Newton, pero descubrieron que tirándose desde una torre, agarrados a una sábana, el golpe era menor. Tenemos leyes, pero nos cuesta tener valores. Hoy construimos nuestra cultura en función de lo que el otro hace, o tiene. Vamos a agarrarnos de nuestras leyes y principios. No agitemos las avispas, que nos pueden picar”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas