!No al egoísmo! ¡Elixir para todos!

!No al egoísmo! ¡Elixir para todos!

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO 
Ya es imposible ocultarlo por más tiempo. Hasta ahora se había mantenido en el más absoluto secreto, pero se ha filtrado la noticia de que los candidatos políticos son los únicos que tienen acceso a cierto elixir especial que les permite rejuvenecer cuando se postulan a la presidencia.

Según fuentes que nos merecen toda confianza, solamente pueden tomar ese elixir rejuvenecedor aquellos políticos a los que se les reconocen posibilidades presidenciales, sea por labia, por carisma, por antigüedad en el servicio o por los cuartos que estén dispuestos a soltar en campaña. Ya confirmadas dichas aptitudes y capacidades, y ya arrancando sus respectivas campañas, se les permite beber del elixir rejuvenecedor y lanzarse al ruedo propagandístico.

Pero consideramos egoísta, abusivo y falto de consideración, que habiendo personas que han dedicado su vida a nobles causas y a dignos trabajos por el país, no se les permita beber del elixir rejuvenecedor para que puedan seguir trabajando por el país en sus respectivas áreas.

Entre las personas a las que debe proporcionárseles el elixir rejuvenecedor están Johnny Ventura, Felipe Rojas Alou, la doctora Idelisa Bonnelly, Freddy Beras Goico, la licenciada Felicita Heredia, el doctor Héctor Mateo, Rafael Núñez Grassals, Radamés Gómez Pepín, Evaristo Rubens, Osvaldo Virgil y muchos otros de muchas otras disciplinas a los que el país necesita por más tiempo.

Es una falta ética bochornosa que solamente los políticos tengan acceso al elixir de la juventud, cuya acción se nota a los pocos segundos de haber sido ingerido y cuyos efectos inmediatos –según se nos ha confiado- es una vibración en todo el cuerpo mientras se les va estirando la piel, un ligero escozor en el cuero cabelludo por la reafirmación de cada uno de los folículos, un escalofrío cuando se les reafirman las tetas y tetillas, luego un calorcillo focalizado en las nalgas que se les van inflando, mientras que por delante «las cosas» como que se les mueven sin control. Pero luego de pasados esos efectos las personas quedan hechas veinteañeras –como se aprecia en las fotos- y listas para arrancar en campaña. El país está harto de egoísmos y favoritismos mientras se proclama una democracia que dista mucho de situaciones como la que estamos denunciando aquí en relación con el elixir rejuvenecedor.

Si queremos un país justo, democrático, progresista y en libertad, es necesario que el elixir rejuvenecedor sea distribuido para todos los dominicanos y dominicanas. O en todo caso, entre aquellas personas que tienen un historial de nobleza en sus respectivas actividades. Si no puede ser así, entonces mandemos a la mierda la democracia, las elecciones y los políticos.

Si hemos de guiarnos por la palabras de Juan Pablo Duarte: «Sed justos, lo primero», entonces es de justicia duartiana que el elixir rejuvenecedor se reparta con equidad y deje de ser exclusividad de los políticos que en kilométrica fila hacen turno para ser presidentes de la República.


Y Haina, ¿ni se enteró?

Parece que Haina ni se enteró de que había sido clasificada como el tercer sitio más contaminado y peligroso del mundo.

En Haina, la gente sigue como si tal cosa. Las autoridades solamente parecen pendientes del doble sueldo que les va a salir en diciembre; los partidos siguen en sus habituales labores de ver cómo se distribuyen mejor lo que van a conseguir de la Junta Central Electoral; los párrocos de las parroquias de sus parroquianos están preparando la celebración de la Navidad; las autoridades militares permanecen pendientes a lo que les van a obsequiar las empresas en pascuas por los servicios prestados; los empresarios culpables de la contaminación continúan contaminando el entorno; los niños y niñas de «Paraíso de Dios» siguen envenenándose con el plomo cada vez más disperso en el barrio y fuera de éste; los «ecologistas» de Haina siguen comiéndose sus mocos; los intelectuales y notables andan preguntándose unos a otros que «qué fue lo que pasó», y todos felices del tercer puesto mundial que Haina nunca había obtenido. Creímos que para estas fechas Haina iba a estar en completa efervescencia positiva, tratando de buscarle solución a la situación de envenenamiento ambiental que sufre, o por lo menos presionando a los responsables (de la catástrofe y de la solución) para buscarle respuesta al problema.

Pero no. Haina sigue en su imperturbable sopor y humo. Su gente, aparentemente, no quiere que se le moleste con cuestiones ambientalistas. Mientras haya bachata, salsa y merengue, que ruede el mundo, que todos nacimos para morirnos una vez. Y si es de Dios que nos muramos todos en una sola vez, pues ¡obra de Dios!.

 

El chivo de nochebuena

Él no lo sabe. Y si lo sabe lo disimula muy bien. Se trata del «chivo de Nochebuena», la nueva modalidad de celebración carnívora que ha ido sustituyendo al «puerco de Nochebuena», una de las tradiciones en las celebraciones de Navidad que por razones bien conocidas están siendo empujadas a la Historia, la Historia que se esfuma.

Pero tratemos primero sobre lo que son las tradiciones, antes de que se pierdan todas y nos quedemos sin qué celebrar.

Las tradiciones son actividades humanas que se repiten ex profeso por significar hitos importantes en la Historia del país (unas) y del mundo (otras). Por ejemplo, una tradición local relacionada con la Historia es la celebración del Día de la Independencia festejada con disfraces, asueto (no se trabaja)… y más nada. Una tradición del mundo es la Navidad. Por lo menos del mundo cristiano. Es la tradición más arraigada en la República Dominicana. Sin embargo, ha perdido mucho con el paso del tiempo y la inclusión de elementos nada relacionados con su celebración.

Anteriormente, y por tradición, la Navidad era celebrada por todas las emisoras de radio, las que incluían canciones de navidad y villancicos en sus programaciones. Algunas emisoras preparaban programas especiales diarios y a determinadas horas solo con música de Navidad. Las programaciones de televisión se iniciaban y cerraban con motivos de Navidad. Tradicionalmente se escuchaban cerca de cien canciones y villancicos que sonaban indefectiblemente cada Navidad, lo que identificaba la época desde que se encendía la radio. Es decir, lo tradicional e histórico era escuchar música y canciones de Navidad en la radio. Las empresas mandaban confeccionar su publicidad navideña, y hasta los pequeños comercios se las agenciaban para promocionarse deseándoles «felices pascuas y próspero año nuevo» a su clientela a través de la radio.

 

¿Qué pasó con las tradiciones?

El modernismo y el comercio han ido devorando a grandes pasos la tradición navideña. La payola impuso desde los años 70 música de conjuntos locales que se promovían paras tocar las fiestas de fin de año. Eso hizo que la música navideña fuera desplazada por merengues que llamaban a celebraciones desaforadas basadas totalmente en el consumo de alcohol. Algunos de estos merengues mencionaban la Navidad, pero desentonaban acremente con el sentido tradicional.

El comercio de la «música» aumentó cada año silenciando los villancicos y las canciones tradicionales de la Navidad. Eso sacó de la radio el espíritu navideño, dejando en su espacio las estridencias de los combos llamando a fiestas nada tradicionales. La falta de música navideña, de la música tradicional, creó en las generaciones siguientes cierto desprecio por una celebración cada vez más espantosamente comercial.

La tradición de comer manzanas, peras y uvas solamente en Navidad fue rota también con la importación de esas frutas el año entero, las que a su vez desplazaron el consumo de las frutas locales, compitiendo con sus precios debido al abandono de los cosechadores locales de frutas.

Hasta los fuegos artificiales, que solamente se escuchaban y veían en Navidad y fin de año, se hicieron corrientes, pues cualquier celebración –principalmente aquellos cumpleaños de ricos y traficantes de drogas- son acompañadas de fuegos artificiales de precios inalcanzables para quienes ya en Navidad quisieran celebrar también, como antes.

La última tradición, en realidad iniciada por el año de 1969, fue la preparación del Arbolito de Navidad en el Malecón. Al principio, y durante muchos años, el Arbolito de Navidad era lo más parecido a un verdadero Árbol de Navidad familiar, pero de enormes dimensiones.

De unos años acá, se arman unos adefesios que con cada año compiten en fealdad, estupidez y falta de tradición. Observen el que pondrán este año y me dicen su opinión.

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