¡No alimentemos a la bestia!

¡No alimentemos a la bestia!

Sin evidenciar y quebrar el bi-partidismo no será posible cambiar el rumbo fatal del país. Esta aseveración era válida desde que el PRD fue domesticado y forzado a ajustarse a los intereses de “los liberales de Washington” a mediados de los 70 y a lo largo de la década de los 80; y válida también para el actual bi-partidismo (PLD-PRD).

El PLD concebido y dirigido por el profesor Juan Bosch, despertó la esperanza de quebrar ese bi-partidismo tan dañino para el interés de la República, pero los herederos del insigne profesor, lo han fortalecido para mal y peor, sumándole un nuevo ingrediente como lo es el de las cúpulas partidarias convertidas en corporaciones de multimillonarios, ligadas umbilicalmente a todo lo malo que se ha impuesto en nuestra tierra (degeneración moral, el crimen, el narcotráfico, el lavado de dinero sucio, la indiferencia, la conciliación con los ladrones y criminales). ¡Todo ello, claro está, con honrosas excepciones que enaltecen!

El modelo de “sustitución de importaciones”, secuestrado desde sus inicios para el beneficio casi exclusivo de la  oligarquía económica y social (léase Empresarios en Conflicto, de Frank Moya Pons) le sucedió uno nuevo, centrado en la preeminencia del sector financiero y oligopólico, que ha centralizado en grado extremo la Renta Nacional, destruido el aparato productivo y desnacionalizado las riquezas y el monopolio del poder, a favor del capital extranjero, principalmente minero.

Pero el presente modelo económico viene acompañado umbilicalmente por la corrupción global e irreversible de las cúpulas, por una impunidad nunca vista, una entrega del país a los voraces sectores financieros, mineros e intermediarios foráneos, entronización de la delincuencia y el narcotráfico en la vida del país y un clientelismo y compra de conciencia, de una tal dimensión que ha corrompido a amplios sectores medios (técnicos, profesionales y comunicadores) y de las capas más pobres de la población.

Los medios de comunicación y los comunicadores, en su gran mayoría, han estado al servicio, alimentando ese bi-partidismo. Y también lo hacen intelectuales progresistas que parecen convencidos de que no es posible construir una alternativa política, rindiéndose ante esta realidad, inmersos en la impotencia y el acomodamiento.

Ese modelo integral (económico-moral-político) constituye una mancuerna que ahoga el país. Cualquier persona decente, liberal, progresista o revolucionaria (la gran mayoría del país) que quiera que la situación cambie debe entender que tenemos que ser intransigentes con ese bi-partidismo; que ponerle remiendos y paños tibios es alimentar a la bestia. ¡Luchemos porfiadamente por construir una alternativa, como lo hizo Bosch en los 80; ¡única opción decente y progresista que tenemos por delante!  Lo otro es alimentar a la bestia.

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