No aprendemos

No aprendemos

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Jean Jacques Servan Schreiver (¿se escribe así?), en su obra «El desafío americano» cuenta la noche que el teniente Moamar el Khadafi vio al rey Idris, de Libia, perder una altísima suma de dinero en una mesa de juego en Londres, donde el oficial estudiaba en una academia militar. A su regreso al país Khadafi inició el movimiento que sacó del poder al rey corrupto y produjo un movimiento que rompió con el círculo vicioso de los precios del petróleo. Aumentó el barril de petróleo a 18 pesos y se produjo el descalabro de las economías débiles.

Los riquísimos países árabes exportadores de petróleo no hallaban qué hacer con el río de dólares que llegaba por las ventas al exterior y corrieron a depositar sus dineros en los bancos occidentales.

Mientras, el economista norteamericano Walter W. Rostov decía: «se acabó la era de la energía barata».

Los países pobres pedían créditos para pagar la factura petrolera y otras supuestas necesidades.

Los bancos pagaban altos intereses por los petrodólares y comenzaron a prestar a todo el que quisiera tomar los créditos, para garantizar el pago de los intereses a los depositantes.

Los países adoptaron «la línea del menor esfuerzo», que siempre cita mi amigo el ingeniero Rafael (Fellito) Corominas Pepín y ¡a coger prestado!

Algunos quisieron explorar fuentes alternas de energía pero a poco lo olvidaron: la economía se había acotejado y el remezón de 1973 se llevó la paridad del dólar con el oro, respetada desde 1944.

El economista dominicano Máximo Luis Vidal escribió infinidad de artículos para que entendiéramos que, como país productor de caña de azúcar, debíamos producir alcohol y mezclarlo con gasolina para disminuir la factura petrolera. Nadie le hizo caso.

Un mal día el amigo ingeniero Cristóbal Román Sassone fue sorprendido por la decisión que eliminó el programa de investigación para el aprovechamiento de las fuentes alternas de energía, dejado de lado durante el gobierno del presidente Antonio Guzmán Fernández.

Román Sassone, a la cabeza de un grupo de técnicos medía la velocidad de los vientos en los distintos puntos del país, para aprovechar la energía eólica.

Hemos aprovechado la energía del viento para extraer agua de pozos y para cargar baterías en lugares remotos, con fines de producir luz y alimentar radio-receptores.

Desde siempre hemos empleado la energía solar para secar ropa, para secar y hacer cazabe, para secar carnes, plátanos y otras frutas. Modernamente el empresario Oscar Torres Debrot introdujo al país los paneles de aprovechamiento de la energía solar.

Tenemos más horas de sol por año que Alemania y Suiza juntos, pero ellos tienen más paneles solares que nosotros para aprovechar la energía.

Siempre he sido optimista. Creo que el país avanza pese a los malos gobiernos que hemos padecido. Algún día debe haber un matrimonio sin divorcio entre los que mandan, los que obedecemos y los que tienen plata, con el propósito de desarrollar nuestros potenciales.

No esperemos que siga llegando el capital extranjero a ponernos a trabajar como mozos de hoteles, mezcladores de tragos en los bares, choferes, jardineros y las mujeres para arreglar las habitaciones.

Rescatemos la iniciativa; un modo de comenzar puede ser con un programa real de ahorro de energía y el uso masivo de la energía alternativa del aire, del sol, de la corriente de las aguas.

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