No basta creer en Dios, hay que creerle

No basta creer en Dios, hay que creerle

El pasado 7 de agosto se celebró en Casa San Pablo la Ultreya mensual con el tema Atrévete a creerle a Dios. Inició como de costumbre con la Santa Eucaristía y luego con los avisos dados por la vocal de Ultreya María Isabel Lebrón, quién recordó a los presentes que el movimiento de cursillos de cristiandad cuenta con la escuela de formación abierta a todos los interesados cada lunes de 7 de la noche a 9 de la noche y en el ensanche Ozama en la parroquia San José Obrero los jueves de 7 de la noche a 9 de la noche. Asimismo recordó que el MCC tiene su programa radial cada viernes a las 7:00 pm en Vida fm titulado Caminando de colores.
La ponencia y tema central de la Ultreya estuvo a cargo de René García, psicólogo clínico, conductor y productor del programa televisivo Vivencias de fe, quien explicó a los creyentes que no sólo es creer en Dios sino que hay que creerle a Dios. Luego de la oración inicial, señaló que lo que hace feliz al hombre es amar a Dios con todas sus fuerzas y expresó que triste es ver a tantos que se gastan por tonterías caducas. Hizo referencia a un relato histórico de un servidor que le fue siempre fiel a su reina, por cierto muy bella, pero que un día enfermo y murió. Este servidor al verle en el estado putrefacto en el que se encontraba decidió jamás servirle al hombre sino al Dios vivo. Asimismo nuestro charlista nos invitó a hacer lo mismo y nos recomendó decidir servirle al rey de reyes y que nuestra alegría no sea por tener una visa, una casa o cuantiosas posesiones, etcétera, sino por tener nuestro nombre inscrito en el Libro de la Vida.
Creer en Cristo no es sólo recibirle en nosotros, sino estar unido a Él, Aquel en quien hemos creído. Creer en Él es entrar en Él.
El apóstol Pablo escribió: «Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea, y que es galardonador de los que le buscan» (Hebreos 11:6).

Este pasaje describe una fe que trae dos requisitos. No solo hay que creer en la existencia de Dios, sino que también es preciso entender que Él recompensa a quienes lo busquen con diligencia. Un examen de estos dos elementos nos ayuda a ver la diferencia entre creer y tener fe.
Las dificultades habituales, por muy adversas que parezcan, nunca son la última palabra. Dios es fiel y cumple siempre sus promesas. Abraham actúa de acuerdo con esta lógica. El valor ejemplar de la fe de Abraham se compendia en tres rasgos fundamentales: la obediencia, la confianza y la fidelidad.
Abraham manifiesta su propia fe principalmente obedeciendo a Dios. La obediencia presupone la escucha, pues es necesario, en primer lugar, “prestar oído”, es decir, conocer la voluntad de otro para darle respuesta y cumplirla.
Recordó a los presentes que no siempre fue así ya que cuando Dios le dijo que sería padre, tanto él y su esposa Sara quisieron ayudarle usando a la esclava para procrear. Aunque nació Ismael, él no sería el hijo de la promesa, hasta que se cumplió su promesa.
Así nosotros no debemos de manipular a Dios pretendiendo en nuestra soberbia creer que sabemos más que Él. Basta que seamos humildes y obedientes. Su gloria no tardará.

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