El agitado ritmo de vida que tenemos frente a un volante para cumplir con las obligaciones diarias, genera una gran competitividad circulando en transito enredado, y cuando se sufre algún tipo de percances con otros conductores, exteriorizamos una reacción de rabia que nos puede hacer perder el control.
A esa conclusión llegaron los investigadores de la Universidad de Temple, en Filadelfia, donde pudieron demostrar que ciertos conductores eran más propensos a sufrir ataques de rabia mientras manejaban. Según parece, aquellas personas que se creen muy ‘vivos’ al no respetar una fila, los que cambian de carril del tipo ‘rebase pastelito’ para demostrar que son unos racing al volante y tienen tendencia a la competitividad, pierden la calma con más facilidad.
Sucede lo mismo con los más narcisistas y vanidosos, (conocidos en nuestro país como ¿Usted no sabe quién soy yo?) quienes tienden a saltarse las normas porque creen que están por encima de los demás y no soportan los errores ajenos.
El mismo estudio encontró que los hombres suelen ser más agresivos que las mujeres y en un mayor porcentaje si no viajan solos, pues reaccionan con agresividad gritando y insultando sin ningún tipo de censura.
De acuerdo con las entidades de seguridad vial, los que manejen un vehículo deben aprender a controlar el enfado que produce la sensación de impotencia, en medio de un inesperado tapón de transito hay que recordar que no somos los únicos en esa situación. La seguridad vial, en sus programas de convivencia, hace énfasis en que un conductor no puede controlar el tráfico, pero si puede controlar sus reacciones frente a este. Por ende hay que manejar tranquilo evitando confrontaciones innecesarias que pueden terminar en lamentables enfrentamientos.
En síntesis hay que concebir a tiempo el viaje intentando ser un mejor ciudadano posible aplicando un manejo correcto e inteligente, pero ante todo, sea más tolerante con los errores de los demás, pues nadie está exento de cometerlos.