¡No críes abusadores!

¡No críes abusadores!

Una “pela” o una cachetada pueden detener un mal comportamiento al instante, sin embargo es una de las peores formas de “comunicarse” con sus hijos. Además de que muestra el descontrol de los padres y daña sensiblemente a los pequeños, cimentando las bases de una personalidad violenta y conflictiva.

Lo más común es que los padres se sientan culpables después de haber hecho daño físico a sus hijos, en más de una ocasión el padre consuela a su pequeño diciéndole que evite portarse mal, no obstante, qué dice eso de la educación que les estamos transmitiendo. Los golpes y la violencia física vienen cuando no se han sabido establecer límites y de ninguna manera son una herramienta más en la enseñanza de un niño, lo único que se logra es humillarlo y hacerle daño.

Es también una de las formas más peligrosas de imponer autoridad porque además de causar daños irreversibles hace que los pequeños imiten esta conducta y la repitan no sólo en su salón de clases y con sus compañeros, sino también cuando tengan sus propias familias.

Muchos adultos no hacen más que repetir un modelo de conducta aprendido en casa, casi todos hubieran preferido más palabras y menos golpes sin embargo muchas veces nos dejamos llevar por el impulso y caemos en el descontrol excesivo.

Lo peor es siempre la culpabilidad que sobreviene al enojo, admitir que se ha perdido el control de la situación y que posiblemente se han excedido los límites es cuando es momento de detener esta forma de corregir a los pequeños y acudir con un especialista.

Corregir de una manera oportuna y a tiempo sin llegar a la violencia verbal o física es posible basta con tomar conciencia y responsabilizarse acerca del problema.

Hacer un poco de memoria y reflexionar sobre la propia infancia y la relación con los padres es una de las mejores maneras para sensibilizar a los padres con el sentimiento del niño maltratado.

Educar basándonos en el respeto mutuo y en la tolerancia es necesario para crear niños felices y seguros de sí mismos, que se convertirán en adultos de éxito y sin traumas psicológicos en la espalda.

Saber cómo reaccionar es importante para evitar la violencia.   

Cuando el niño está de muy malhumor y se pone muy pesado, es necesario detenerlo antes de que empeore su situación. Hablar con él y pedirle que reflexione a solas es una buena idea.

Si no pudiste evitar darle un azote, aprovecha el momento de paz para hablar con él y decirle qué fue lo que te hizo reaccionar así.

Explícale cómo evitarlo y que de ahora en adelante trabajarán juntos para mejorar como Castigarlo quitándole el derecho a ver televisión, a jugar con la playstation o a algo parecido es mucho mejor que pegarle y luego pedirle perdón dejándole tiempo libre para hacer uso de estos aparatos.

Lo mejor es decirle con suficiente tiempo para enmendar su conducta que se está buscando un castigo y que lo conseguirá si no se porta bien.

Recuerda que la semilla de carácter que plantes hoy repercutirá  en sus niveles de violencia en la adultez.

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