«Hasta que no tengas tus propios hijos no entenderás el porqué de las preocupaciones de los padres», solía decirme mi madre durante mi adolescencia.
No se equivocó. Ahora que soy padre me embargan varias preocupaciones y una de ellas es el temor de faltarle a mi hijo por culpa de un desaprensivo que, producto de la desigualdad económica y/o bajo los efectos de alguna sustancia ilícita, decida matarme para quitarme el vehículo o robarme el celular.
El temor no es sólo mío. En menos de cuatro días he escuchado más de cinco testimonios de personas allegadas que han sufrido algún tipo de agresión producto de la delincuencia mientras nuestra capacidad de asombro es cada vez más superada.
La delincuencia y violencia están llegando a cifras incontrolables y alarmantes mostrando la ineptitud de las autoridades. Ante esto, el Jefe de la Policía Nacional insiste en que es un asunto de percepción, pero está más que demostrado que hay mucho de realidad y los medios de comunicación se encargan de evidenciarlo mediante el bombardeo de hechos palpables, de la ocurrencia de actos criminales.
Tampoco es una percepción que en muchos de estos hechos delictivos están implicados agentes de la Policía. A principios de este año, la fiscal del Distrito Nacional, Yeni Berenice Reynoso, reveló que en el 90 por ciento de los casos de criminalidad, narcotráfico y sicariato hay involucrados miembros de la Policía y de los cuerpos militares del país.
Es cierto que la institución del orden necesita una reforma interna y operativa, pero no es menos cierto que los dominicanos necesitamos sentirnos seguros y confiados para garantizar la producción y el buen desarrollo de nuestras vidas y de nuestro país.
Y esto es un deber y compromiso del Estado. El mismo no debe ser sustituido por compañías de seguridad privadas o iniciativas de comunidades de «hacer justicia con sus propias manos». Si esto pasa estaríamos cayendo en la violación de nuestras leyes y alejándonos del Estado de Derecho del cual tanto hablamos.
Dediquémonos, más bien, a trabajar las causas de la delincuencia y prevenir en vez de esperar los males, porque cada vez que muere un joven vinculado a actividades criminales es una muestra de la fallas que tenemos como sociedad y que, muchas veces, preferimos ignorar, en vez de tomar las decisiones de lugar para que esto no pase y los dominicanos tengamos garantizado nuestro derecho a la seguridad ciudadana.