No dejar de escribir

No dejar de escribir

Esta columna dejó de ser publicada porque su autor fue hospitalizado de urgencia y sometido a una ingrata intervención quirúrgica. “A pleno pulmón” apareció en las páginas del periódico Hoy –ininterrumpidamente- durante siete años, sin “vacaciones”, de lunes a sábado. Unos médicos amables -que no son fanáticos del periodismo- me recomendaron hacer un receso en mis actividades habituales; y extendieron una “certificación” de que tal pausa era necesaria para garantizar mi restablecimiento total. Los lectores de periódicos llegan a creer que los “escritos fijos” son textos caídos del cielo, que no cuestan ningún trabajo a sus redactores.

Durante un funeral uno de esos lectores me abordó: -Usted no debe dejar de escribir los domingos. Le dije que no lo hacía para evitar que me colocaran en un ataúd como el que ocupaba la persona objeto de la ceremonia a la que asistíamos. Una señora, con quien topé en el ascensor de la clínica donde fui operado, me dijo: -lo que usted tiene que hacer es escribir todos los artículos del mes de un tirón; después, los envía al periódico uno a uno. Yo los leo siempre; ahora me han hecho falta sus opiniones.

Al despedirnos, la señora me presentó a su marido y me deseó buena salud y toda clase de venturas en los días navideños. Un viejo amigo, quien regularmente aplaude mis escritos, cree que no debo parar; -puedes sacar un fragmento de algún libro tuyo; o republicar un artículo viejo. A veces te han pedido que reproduzcas una entrega anterior. Te pueden quitar tu espacio en la página dos; además, el escritor que no publica es olvidado rápidamente; y lo que es peor, no puede cobrar sus colaboraciones.

Escribir es un vicio, una manía, un oficio perentorio, que no deja vivir al escritor que lo es “de raíz”. Ciertos escritores que también son periodistas mueven los ojos como si fuesen los limpiaparabrisas de un automóvil, con una pretensión panóptica. Si el escritor está sano aspira a ser omniabarcante. Quiere ver lo que le rodea en el presente, penetrar el pasado y pronosticar el porvenir. Pero si está enfermo debe proceder como hacen las bestias todas: echarse a dormir sobre un pajonal hasta sentirse bien.

 

 

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