No dejemos escapar el agua

No dejemos escapar el agua

El axioma es sencillo, pero crucial para la humanidad: cada vez disponemos de menos agua, pero cada vez demandamos más de este recurso insustituible y vital. En nuestro país, en el último siglo, hemos “perdido” decenas de ríos que otrora serpenteaban nuestro territorio y nos abastecían de agua.

Deforestación de cuencas, contaminación y extracción abusiva de materiales de construcción extinguieron estos caudales de manera acelerada. Planteadas las cosas en términos  dramáticos, la realidad es que nos estamos quedando sin agua y a esa situación hay que hacerle frente con mayor rigurosidad en la medida en que crecen nuestras demandas de agua.

Aparte del desperdicio de agua en las zonas urbanas, tenemos el hecho de que muchos de nuestros ríos van a morir al mar sin que le saquemos el mayor provecho a sus caudales. En semejantes circunstancias, lo conveniente sería desarrollar un programa nacional de construcción de presas y represas que permitan retener y aprovechar las aguas que se están desperdiciando. Hay que desarrollar, también, un programa dirigido a fomentar el uso racional  y aprovechamiento máximo del agua en hogares, empresas e industrias. El llamado a ahorrar agua, a no desperdiciarla, no puede limitarse al período estacional de sequía. Permanentemente debemos evitar que se nos escape el agua.

Por salarios más realistas y justos

Monseñor Nicolás de Jesús López Rodríguez ha puesto su autoridad pastoral al servicio de una causa justa, que requiere la atención del Gobierno. La revisión de los salarios de la administración pública es una gran necesidad, en momentos en que el poder adquisitivo de la gente está siendo erosionado por las constantes alzas en los precios de bienes y servicios.

El Estado debe medir a todos con la misma vara. No puede ser que se subsidie el   gas licuado de petróleo y el gasoil en reconocimiento de que su alto costo perjudica el poder adquisitivo de los transportistas, y pasar por alto que la misma necesidad tienen todos los trabajadores, entre ellos los de la administración pública. Creemos que hay que escuchar la voz de nuestro Cardenal y actuar en el sentido de eliminar tratos discriminatorios en lo que concierne al poder adquisitivo. Los salarios de la administración pública requieren un reajuste que los haga más justos y realistas.

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