No dejemos perder la memoria patriótica

No dejemos perder la memoria patriótica

No hay que hacer un retiro espiritual de silencio para poder escuchar el gemir de la patria dominicana, patria que gime porque siente que lentamente va perdiendo de manera progresiva su memoria patriótica. Ella siente que eso no solo la lleva a la muerte, sino a la pérdida de su identidad e independencia, que está claramente definida en el juramento de los trinitarios. 

“En nombre de la santísima, Augustísima e Indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, juro y prometo por mi honor y mi conciencia en nombre de vuestro presidente, Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del Gobierno haitiano, y a implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor, en cuartos encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca. Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales: Dios, Patria y Libertad.

Para los trinitarios la soberanía de la patria era posible porque estaba fundamentada en la soberanía de Dios y la libertad fundamentada en el amor de su Hijo Jesucristo.  “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” Juan 8:32. La pérdida de la memoria es la incapacidad para recordar hechos o sucesos en que la persona se ha visto involucrada. Esta pérdida ya se ha iniciado en nuestra patria y la vemos evidenciada en la manera que se mueven  los días de fechas patrias, como el 26 de enero, 27 de febrero, 16 de agosto y otras, así, como  en nuestro sistema educativo el cual es invadido por un Curriculum importado desde México a través del (ILCE), que afecta de manera directa nuestra identidad como pueblo, pues este deja fuera materias tan importante como  idioma español, religión, moral y cívica, así como nuestra historia patria. 

La pérdida de la memoria lleva a nuestros políticos y dirigentes a olvidar la entrega sacrificial de nuestros libertadores. Es simple poder medir ese amor, en la medida en que emplean el dinero, en si lo usan para sí mismos o lo ponen  al servicio de de la patria y en qué sentido se usan las capacidades intelectuales. “Ningún pueblo ser libre merece si es esclavo, indolente y servil”.

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