Todo queda resumido a la apariencia delantera, pero ¿qué pasa con la posterior? ¿Te has olvidado de ella? Como la espalda está detrás le brindas poca atención, pero esos descuidos pasan factura, porque cuando quieres ponerte ese revelador bañador y te das la vuelta para contemplar tu zona de desastre, empieza la película de terror.
Sin embargo, con estas recomendaciones podrás poner tu espalda ¡alante, alante!
Ejercítala. Los fisioterapeutas y reumatólogos recomiendan la actividad física para mantener una postura correcta, prevenir lesiones y los comunes dolores de espalda producto del sedentarismo. Montar bicicleta puede ser una opción, porque al adoptar una postura erguida en el sillín (con el torso un poco inclinado hacia adelante) se refuerzan los músculos que rodean la columna, lo que previene el dolor de espalda. Y los movimientos de piernas del pedaleo fortalecen la zona lumbar.
Robustecer y tonificar los músculos de la espalda permite un mejor reparto del peso y de las fuerzas que soportan las vértebras y discos intervertebrales durante un esfuerzo. Además, con el ejercicio tu espalda lucirá ¡divina! Para lograrlo, elige algún ejercicio de tonificación específico para la espalda. Algunos médicos del deporte recomiendan caminar, mientras que otros apuestan por los movimientos con pesas o nadar, pero todos coinciden en señalar las clases de pilates como la mejor opción. Se ha comprobado que esta disciplina trabaja la espalda mediante ejercicios de tonificación y estiramiento y consigue mejorar el tono muscular; además corrige las malas posturas, causa frecuente de dolores de espalda. ¿Has visto la espalda de Madonna? ¡Cualquier chica de veinte y tantos mataría por tener una así! Bueno, ella se lo debe al pilates.
Desnúdala y cuídala. ¡Desnúdala! Túmbate boca abajo sobre la arena de la playa y toma sol: se ha comprobado que la exposición a conciencia y con la debida precaución (usa un filtro solar con un alto factor de protección), mejora los cuadros de acné y las infecciones por hongos, y promueve la síntesis de la vitamina D (imprescindible para que los huesos asimilen mejor el calcio) en la piel de la espalda.
Además, exponer la retaguardia al astro rey aumenta los glóbulos blancos y la concentración de los rojos, encargados de llevar oxígeno al organismo. También, como el calor que emana te hará sudar, eliminarás toxinas. Y si combinas tus baños de sol con chapuzones en el mar, conseguirás beneficiarte por partida doble de las propiedades antibacterianas del agua marina, lo que disminuirá las posibilidades de un brote de acné en la espalda. Para estimular el riego sanguíneo (y por ende la nutrición del área), cuando estés en la ducha, alterna chorros de agua caliente y fría. Usa un guante de crin para exfoliar las áreas a las que tengas acceso y, para las que no, usa un cepillo de mango largo con cerdas naturales para restregarte los omóplatos, la columna y eliminar células muertas.
¿Cómo limpiar e hidratar en un solo paso? Mezcla yogur con unas gotas de jugo de limón y esparce el resultado por toda la espalda. Déjala actuar por unos cinco minutos y retira con agua fría para mantener activa la circulación de la zona.
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¡Cuida la retaguardia!
1. Cuida tus ojos. Un defecto en la vista puede provocar que asumamos posturas incorrectas para leer, escribir frente a la computadora o ver televisión, lo que posteriormente puede traducirse en malestar en el cuello y la espalda.
2. Cuida tu alimentación. Si tu dieta no es saludable, el hígado puede intoxicarse y producir una inflamación en el diafragma que repercutirá en la musculatura de la espalda. Otro muy válido consejo es dormir bien.