Un acierto que se atribuye al Gobierno es descubrir y eliminar nominillas en la Administración Pública para llevar la burocracia a dimensión apropiada. Enfrentó el clientelismo y se divulga una saludable reducción de gastos por un camino que debe recorrer cabalmente.
No solo porque los ingresos fiscales descendieron y crecieron las obligaciones del Estado en salubridad, protección social por la pandemia y reactivación de la economía.
En verdad el país ha estado contra la pared desde antes por un mayúsculo empleo de recursos, en un proceso electoral accidentado aunque alcanzara un final satisfactorio captando la voluntad popular, y un desborde de erogaciones porque el anterior Gobierno terciaba, metiendo todo el brazo, en la competencia por votos.
Las directrices de austeridad hoy visibles, con preocupaciones por la eficiencia del tren administrativo y la supresión de dispendios, deben seguir curso como parte de los cambios prometidos. Van contra el interés nacional las voces del oficialismo que presionan por un reparto de empleos a masas de activistas que alegan derecho a recibir sueldos del Estado.
Se quiere hacer pagar un alto costo político a la nueva gestión en contra de lo que realmente conviene, que es no llevarla a incurrir en despidos traumáticos o que se retorne al crecimiento súper numerario de plantillas estatales y descentralizadas. Solo nombrar para funciones de utilidad y prioritarias.
Disuasión a la violencia
Insignificantes conflictos desembocan frecuentemente en el uso mortal de armas de fuego. Roces que sin producir daños materiales importantes, pasan a vías de hechos entre dueños de vehículos accionando gatillos.
Discusiones por estacionamientos que causan molestias o estorbos, que no deberían costar vidas, hacen a veces que la sangre llegue al río. Contradicciones entre vecinos han degenerado también en arrebatos con balaceras con saldo de una o más víctimas.
Los estallidos segadores de existencias deben tratarse judicialmente con rigor disuasivo. El homicidio que implique saña y crueldad -aunque parezca un asunto del momento- merece penas agravadas como advertencia a la sociedad de cero tolerancia al uso excesivo de las pistolas. Reprender con dureza las reacciones irracionales en vías públicas. Execrar tales conductas.