El Estado y el gobierno dominicano están empujando al pueblo a caminar descalzo, dejando las pieles y las huellas en una geografía con filones y yacimientos de oro; nuestro vestigio revela un comportamiento incongruente y tortuoso, mostrando así, un repentizar desgarrador de cualquier intento de desarrollo económico y estabilidad en el Estado dominicano. De forma resumida: El pueblo dominicano posee paradigmas destructivos, encarnados y enquistados en los partidos políticos, esas creencias negativas incapacitan a los gobiernos para imitar el desarrollo de otras naciones que son efectivas y prósperas.
Nos están empujando a una desobediencia civil, porque desean cubrir los fracasos financieros imponiendo capas de impuestos que al final del tunel no generarán una real transformación integral. Los impuestos son necesarios; de hecho, son parte de la historia de la humanidad. Desde el
Antiguo Egipto, Antigua Grecia, y Roma, ya los impuestos existían. También los colonizadores fueron parte de esas prácticas tributarias. Hasta hoy la práctica-ley continúa con el objetivo de implementar un sistema para satisfacer las necesidades públicas y que todos los ciudadanos puedan disfrutar de buenos servicios y seguridad ciudadana; y precisamente, ese es el problema que hoy enfrentamos. Existe una incongruencia intencional, indisciplinada y metalizada, que no toma en cuenta los consejos de funcionarios y políticos sabios y sanos.
El gobierno dominicano que supuestamente existe para operar y administrar el Estado, no se ha atrevido a copiar los modelos que ya están funcionando. ¿Qué tan difícil es buscar países que se conviertan en asesores y aliados financieros? ¿En cuáles países los impuestos son una obligación pero también una solución colectiva para todos los sectores? Uno de esos es Singapur; en dicho país se goza de un marco fiscal muy atractivo; además, el que paga impuestos ve los resultados. ¿Y saben algo? Funciona muy bien. ¿Porqué inventar o reinventar la rueda si ya existe? ¿Para qué el gobierno desea recolectar más impuestos? ¿Con qué propósito? Los impuestos se aplican para que los servidores del Estado cuiden más de las funciones y operaciones del Estado. Además, para que los hospitales y escuelas públicas funcionen a la perfección. Nadie se atreve a tomar agua de la llave o del grifo. Las cárceles no son funcionales. El sistema de seguro es ambiguo. Las calles son inciertas. El sistema vial es inseguro. El salario es muy bajo. ¿Qué se persigue con más impuestos? ¿Qué pasó con el dinero que se recolectó para las placas de los motores de dos ruedas? ¿Se logró algo? ¡No!
Debemos estar muy claro que, el híper partidismo ha paralizado el desarrollo. La corrupción y la falta de institucionalidad no permite que el dinero recolectado se pueda palpar y medir en las clases más sufridas. Si miramos a Singapur, es un sitio ideal para trabajar duro, emprender, ganar dinero, ahorrar e invertir, porque las cosas funcionan. No existe la corrupción, hay consecuencias. Pero aquí, en nuestro país, las cosas cambian cada cuatro años de forma brusca, muy pocos servicios son confiables. No confiamos en el sistema partidario, y donde no existe la confianza nada crece para bien. Los impuestos no deben golpear las necesidades básicas y mucho menos deben ser usados para promover sectores políticos y agendas personales. El gobierno debe cuidarse de no incentivar a una desobediencia civil.