No es cuestión de supergobierno o superpresidente

No es cuestión de supergobierno o superpresidente

En estas sociedades gobiernodependientes uno suele tener la tentación de afirmar que el próximo gobierno tiene una ímproba y abrumadora tarea por delante. Pero en realidad los desafíos que deja la administración del Presidente Hipólito Mejía no son del gobierno que asumirá el poder el 16 de agosto, sino de todo el país, de todos los dominicanos, hombres y mujeres.

No creo, sin embargo, que los hombres y mujeres que giran alrededor del doctor Leonel Fernández lo vean así. Tampoco creo que los dominicanos, por lo menos la gran mayoría, lo vea así. Unos y otros creen que la solución de los problemas del país corresponderá al gobierno entrante.

Los que están en el gobierno siempre se consideran superpoderosos, como un superman corporativo, no importa el color político que se lleve encima. Así son, entre nosotros, los coloraos balagueristas, los blancos perredeistas y los morados peledeistas. El gobierno, por no decir el Estado, lo es todo y lo puede todo y, por supuesto, tiene que hacerlo todo.

Los ciudadanos y ciudadanas también estiman que las soluciones a los problemas tienen que provenir de las fuentes gubernamentales, del ámbito del poder, del Estado. Tanto de los problemas del país como de los personales, de los que atañen al espacio de cada cual. Más todavía: las encuestas sobre la cultura política doméstica han encontrado una y otra vez que los dominicanos piensan que es el Presidente de la República, el padre de todos, quien tiene que buscar salidas a las dificultades de cada quien.

Ahora mismo empezamos a contemplar esta conducta tan malsana y tan dañina para la sociedad y para sus miembros. Desde los ámbitos de quienes se presume que ocuparán puestos públicos de importancia en la administración venidera no se escucha una invitación para unir fuerzas, esfuerzos y voluntades para encarar la profunda crisis que lacera la economía, la salud, la educación, la convivencia colectiva, el suministro de electricidad y la estabilidad cambiaria.

Tampoco lo hace el partido del próximo gobierno, el Partido de la Liberación Dominicana. Tampoco lo hacen los desinteresados núcleos de la sociedad civil, ni los grupos de intereses como los empresarios, los sindicatos, los colegios profesionales, las iglesias, etcétera.

El pesado fardo que quedará de esta administración del Presidente Mejía no puede ser cargado solo por el gobierno. No importa que el Presidente sea Leonel Fernández, no importa que este Presidente haya sido votado por dos millones de dominicanos y dominicanas, tampoco importa que el respaldo político de la nueva administración sea el PLD. Será necesaria la fortaleza y el vigor de todos para empezar a poner en orden, solo para empezar, este desorden mayúsculo que lo ha invadido y lo ha trastocado todo, absolutamente todo.

Quien piense que andamos con hipérboles y exageraciones o dramatizaciones caribeñas que mire a su alrededor y vea cómo han cambiado sus vecinos, cómo han cambiado sus trabajadores, cómo han cambiado sus patronos, cómo ha cambiado la oferta y la demanda de mercaderías y servicios, como hasta la expectativa de vida se ha reducido.

Detrás de este cuadro hay una crisis eléctrica que ya se nos hace infernal y que pareciera que costará mucho tiempo, mucho esfuerzo y mucho dinero encontrarle una solución. Una deuda entre los llamados agentes del sector, incluida la ahora CDEEE, de más de 400 millones de dólares y una tarifa que está por encima de las posibilidades de la economía dominicana.

Una deuda externa cuyo servicio desborda las posibilidades de pago de las disponibilidades de dólares en caja. Un sistema de salud que más desgajado y dramático no podía estar, inestabilidad macroeconómica, crisis bancaria inexplicable e inexplicada, inflación, como es natural, devaluación de la moneda y unas cuentas fiscales que parece que no dan ni para comprar aspirinas.

No hay gobierno dominicano, amigo lector, que tenga fuerzas por si solo para llevar una crisis así y encontrarle salida. Sobre todo con un empresariado que a la hora de la verdad se le aprieta la cartera. Hay, pues, que aunar voluntades. Y no se trata de recurrir a un cliché, a un lugar común. Hay que meter el hombro de manera colectiva.

Pero la iniciativa para invitar las fuerzas y las voluntades de los dominicanos, poniendo en blanco y negro las cosas como son y como están, es del gobierno, del próximo, del que presidirá el doctor Leonel Fernández. Porque solo no podrá, ni él, ni el gobierno. Ni su partido.

Me gustó como lo dijo este lunes el vicegobernador del Banco Central, doctor Félix Calvo: Alo que le toca al Presidente Fernández no es fácil, es muy duro. Hay que colaborar con el próximo gobierno.

Publicaciones Relacionadas