No es formal ni informal, es otra cosa

No es formal ni informal, es otra cosa

Mientras no procedió de un censo el dato de población tuvo poca credibilidad. El primero se hizo en 1920. Hasta ese año y desde el inicio del siglo XVI, cada cronista tenía su propia versión. Algo parecido está ocurriendo con los datos de empleo, salario e ingreso del trabajador. Cuando son inconsistentes, las interpretaciones podrían ser diferentes. Ocurre con el estudio del Banco Central, que con datos de una encuesta sobre empleo formal e informal, crea una nueva categoría de trabajo, que analiza como informal, pero que no lo es, y termina sugiriendo que es la mejor opción.

Se entendía que el trabajo informal era marginal, la alternativa a no hacer nada, pero el estudio nos dice que en promedio devenga ingresos por hora más elevado que el formal, que en la mayoría de los casos trabaja menos horas. Una nueva categoría de empleo, porque se apoya en promedios de la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo del 2013, que no discrimina adecuadamente al que paga impuesto del que no paga, el que recibe pago por vacaciones, bono navideño, cesantía, licencia por enfermedad del que no recibe nada, a la pequeña y mediana empresa registrada de la no registrada, que considera informal al ganadero y al agricultor, a pesar de que el Sistema de Información y Análisis Laboral de América Latina y el Caribe (SIALC) de la OIT, recomienda que la medición de la informalidad debe concentrarse en actividades no agrícolas.

Además, las contradicciones están claras. Reconoce la heterogeneidad del trabajo informal, que no existe consenso internacional para comparar válidamente, que en 2013 fue cuando la OIT publicó su primer manual definiendo el concepto, y que el país está recibiendo asistencia técnica de la OIT para adecuarse en materia de medición de la informalidad. Sin embargo, compara sus datos con los de países de América Latina que por sus características definen el trabajo informal de manera diferente.

 

La profesión ha estado sometida a presión por errores cometidos antes, durante y después de la Gran Recesión que se inicia en 2008. El FMI sostenía que la política de austeridad en Europa tenía poco efecto sobre el crecimiento, después de mucha polémica y cuando la realidad demostró lo contrario, aceptó que había subestimado el “multiplicador fiscal”. Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart, dos profesores de Harvard, estudiaron crisis económicas de siglos pasados, concluyeron que la deuda/PIB se convertía en intolerante para países emergentes cuando superaba niveles entre 40% y 60% y más de 90% para los desarrollados. Se equivocaron con el umbral, pero su error y el del FMI fue fulminante para millones de trabajadores en Europa, que perdieran su empleo y seguridad social.

Las lecciones para República Dominicana son que debemos ser prudentes con las conclusiones, matizarlas, dejar salidas, decir que se necesitan más estudios. Por eso es correcta la actitud del BC, de poner a disposición de interesados su base de datos, evita la sensación de que se busca “acertar” a cualquier precio, “imponer” explicaciones. Por ejemplo, ¿porqué no se redujo la pobreza en los años 2005-2012, si el crecimiento del PIB fue tan elevado que superó el promedio de América Latina, donde si se redujo el ejército de desempleados?

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