¿No es increíble?

¿No es increíble?

No salgo de mi asombro. Todo el complejo hidroeléctrico del río Nizao lo hizo Joaquín Balaguer con recursos del presupuesto nacional. Se permitió el lujo de contratar empresas españolas de cotización internacional para levantar en los doce años a Valdesia y Las Marías. Y luego, tras el retorno en 1986, contrató una empresa italiana para erigir Jigüey-Aguacate. Estas últimas, preciso es admitirlo, requirieron fondos extraños. Mas no préstamos. Sometió a una cierta presión a una empresa multinacional que explota yacimientos de ferroníquel, para obtener un incremento impositivo que entendió debían pagar.  No les valió traer al Embajador canadiense ante los venezolanos, concurrente en la República Dominicana.

Supongo que para sorpresa de ustedes también, Jigüey-Aguacate constituyen dos esperpentos inútiles, conforme confiesan funcionarios de la Empresa de Generación Hidroeléctrica Dominicana (EGEHID). Entre fines de noviembre y principios de diciembre de 2007, fuera de temporada, las Antillas sufrieron el paso de dos tormentas tropicales. No tenían vientos de huracanes. No puede decirse, empero, que eran simples tormentas, pues llovió torrencialmente durante el discurrir de ambas. Llenaron el embalse de Jigüey de arenas arrastradas del río principal y de ríos y arroyos confluentes. El desastre en Aguacate, conforme describen los funcionarios de EGEHID, fue mayor, pues inutilizaron las turbinas.

Luego de leer todo lo dicho en el último almuerzo del Grupo Corripio de Comunicación, por los funcionarios de esa organización, tenemos derecho a llorar. Con todo, la descripción de los daños no arranca del todo la primera lágrima cuando un simple razonamiento nos induce a preguntar por el valor de las reparaciones. No hay que efectuar indagaciones del otro mundo para saberlo. Quien ofrece la noticia del doble desastre -el daño por las tormentas y la paralización del sistema- habla del costo de recuperación de las moles. Se habla de quince millones de dólares que no han sido contratados, pues constituyen los fondos de un préstamo atado.

Entonces cavila la persona más lerda, cual es mi caso, en la desventura de los dominicanos. ¿Cuánto costaron ambas represas, incluyendo el sistema de hidrogeneración eléctrica? Alrededor de cuatro mil millones de pesos, al valor del peso dominicano de la época. Recuerden lo dicho anteriormente: ese valor fue pagado con lo que se generaba como impuestos internos. Aunque se diese el caso especial de la empresa minera a la cual aludimos sin mencionar. ¿Cuánto costaría la reparación hoy día?

Quince millones de dólares se afirma. Pongamos un poco más, al valor del peso de los días de la construcción. La erogación se elevaría a alrededor de cincuenta millones de pesos. Esa suma representa aproximadamente la undécima parte de lo que costaron ambas moles cuando se levantaron. Al valor del peso hoy día la reparación montaría aproximadamente setecientos millones de pesos. Aún con la devaluación del peso hoy día, esa suma no llega a la quinta parte del valor original de las represas. ¡Y no requirieron un préstamo para construirlas!

¿Cómo es posible que estemos negociando un préstamo para reparar esas indispensables estructuras y ponerlas a funcionar? ¿No nos avergüenza la confesión, sobre todo cuando admitimos que tenemos que comprar energía termogenerada para suplir aquella que EGEHID no ha podido poner en línea por la falta de plantas de energía limpia como Jigüey-Aguacate?

Esto es ¡sencillamente increíble! 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas