¡No es migración! ¡Es Ocupación!

¡No es migración! ¡Es Ocupación!

Una de las mayores riquezas del pueblo dominicano ha sido su enorme capacidad de integración. A lo largo de su historia ha crecido y progresado asumiendo y amalgamando todas las migraciones y sus valores.
Por razones históricas, demográficas y culturales exhibe lo que Bonó definió como “actitud cosmopolita”, abierta a todas las influencias. También destacaba el contraste de esa actitud con “el exclusivismo racial” que caracteriza al pueblo haitiano, que, a su vez, obedece a su singular y traumático proceso nacional.
Incluso, se podría decir que si hay un país en el mundo donde se ha avanzado en la realización de “la Raza Cósmica” que preconizó Vasconcelos, fruto de su gran mestizaje, es República Dominicana.
Las políticas del Estado dominicano, empezaron con la búsqueda afanosa de migraciones para poblar su territorio con núcleos “caucásicos”. A principio del siglo XX la población no superaba el millón de “almas”. Luego, el espectro de la inmigración se ampliaría.
Pero un siglo después dicho proceso de apertura va lejos, y plantea una realidad distinta: alta densidad demográfica de 190 h/km2; intenso éxodo rural-urbano, y crecimiento de las marginalidades; doble condición de emisor y receptor de migraciones, con diásporas numerosas; debilitamiento del ethos nacional en contexto de globalización; aguda desigualdad social con crecimiento y modernización de la economía; desnacionalización brutal de mercados laborales.
Sin embargo, el factor más relevante, decisivo, es un entramado geopolítico muy adverso y complicado en su entorno exterior. Hace tiempo que el superpoblado Haití colapsó como Estado, por lo que todos los vecinos encaran más que flujos migratorios comunes, un verdadero desbordamiento y una progresiva ocupación.
La comunidad internacional, en especial los EUA, no han asumido con seriedad el esfuerzo condigno de reconstrucción de Haití. Antes al contrario, tentados por las complacencias o vulnerabilidad de las élites criollas, presionan con todo tipo de recursos por una solución a expensas de los dominicanos, que solo traerá graves daños a la paz y la estabilidad !Unos Balcanes en el Caribe!
Así las cosas, si bien es necesario regularizar la presencia de todos extranjeros, nunca será más importante que hacer respetar el estatuto de nacionalidad; fortalecer los controles en fronteras que contengan y reviertan las tendencias actuales; fijar límites estrictos a los que pueden permanecer en el territorio en función de las necesidades nacionales; deportar con firmeza los que excedan esos límites; ejecutar programas de aculturación, que vayan más allá del celebrado “aplatanamiento”; y sobre todo, prevenir la imposición foránea de “minorías nacionales” que resultan funestas en los Estados débiles.

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