No es solo la reelección

No es solo la reelección

Claudio Acosta.

Nadie discute que nos hemos convertido, de un día para otro, en una sociedad violenta, ni que la criminalidad en sus distintas modalidades y manifestaciones, desde el narcotráfico al sicariato, es en gran parte responsable de esa violencia tan ciega como destructiva. Tampoco está en discusión que, fruto de que esa violencia se ha vuelto cotidiana, próxima y familiar, hemos terminado por aceptarla, por acostumbrarnos a convivir con ella; o peor todavía, a considerarla como algo “normal” y hasta “natural”. Por eso se dice comúnmente, como quien anuncia un diagnóstico que por certero no amerita discusión, que hemos perdido la capacidad de asombro, que ya nada nos espanta, sin darnos cuenta de que el próximo paso es la indiferencia o la total insensibilidad, y de ahí en adelante a Dios que reparta suerte. Basta abrir un periódico, o sintonizar cualquiera de nuestros noticieros de televisión, para comprobar lo lejos que hemos llegado por el camino de la violencia criminal. Ayer, por ejemplo, la Policía anunció el apresamiento de un hombre acusado de encabezar una banda de sicarios que operaba en la región Norte, al que la institución responsabiliza de la muerte de ¡nueve personas! Pero la información pasó prácticamente desapercibida, como si enterarnos de que alguien carga sobre su conciencia con tantas muertes fuese un asunto de todos los días que no merece que se le preste la mayor atención. Mientras tanto, el tirijala de la reelección, la guerrita entre Leonel y Danilo por la candidatura presidencial del 2016 o lo que le costaría al Estado, en dinero contante y sonante, “pasar” la reforma de la Constitución distraen nuestra atención de los problemas verdaderamente importantes, sobre todo de los que requieren atención mas urgente como lo es la violencia, un cáncer al que debemos aplicar el tratamiento adecuado –y mas que nada oportuno– antes de que haga metástasis y sea ya demasiado tarde.

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