De entrada aclaro que no es mi intención, con las malas experiencias que hemos tenido, invocar la mano dura responsable de tantos excesos y atropellos en nombre de la autoridad y el orden, pero si desde el gobierno no se actúa con firmeza contra los depredadores de nuestros recursos naturales, desde los que deforestan nuestras montañas para producir carbón o improvisar conucos hasta las poderosas granceras que destruyen las cuencas de nuestros ríos, sin dejar de mencionar a los jorocones –empresarios, generales y políticos, entre otros— que por estar por encima de la ley hacen lo que les da la gana y no pasa nada (en Constanza hay muy buenos ejemplos), acabaremos viviendo en un desierto. En su reciente visita sorpresa a Hondo Valle, en Elías Piña, donde lanzó un proyecto de reforestación que abarca más de 90 mil tareas con una inversión superior a los 700 millones de pesos, el presidente Danilo Medina se mostró alarmado por los niveles de deforestación que observó en las montañas de la zona. ”Es penoso cómo han destruido las montañas. Eso hay que cambiarlo. A partir de ahora, el que se meta a deforestar irá preso”. En el país más presidencialista de la bolita del mundo esas declaraciones solo pueden ser interpretadas como una orden directa a los responsables de proteger esos recursos, que evidentemente no han sido capaces de cumplir con esa responsabilidad. Porque ocurre que ha sido la debilidad de las autoridades frente a esos depredadores la principal causa de que hayan podido causar tanto daño, y no parece probable que las declaraciones del mandatario, su implícito llamado a que se actúe con mayor firmeza conta los violadores de las leyes medio ambientales, sean suficientes para cambiar ese lamentable estado de cosas.