No es un buen momento para hacer pronósticos

No es un buen momento para hacer pronósticos

POR WOLFGANG MUNCHAU
Para 2007, el fondo Monetario Internacional pronostica un alza en la producción económica global de 4.9%. La economía de Estados Unidos debe crecer 2.9% en términos reales, la eurozona en 2% y Japón en 2.1% ¿Qué nos dicen estas cifras? Dicen más de los modelos de pronósticos que sobre lo que realmente va a ocurrir. Son modelos conservadores. Y se construyen así: si la economía crece en línea con la tendencia, los modelos suelen predecir un futuro similar al presente. Si no, pronostican un regreso a la tendencia.

Pronosticadores reputados, como el FMI, acompañan sus pronósticos con advertencias saludables. En su Panorama Económico Mundial, el FMI acude a una carta para definir los riesgos. El Banco de Inglaterra ha estado empleando estas cartas desde los años 1990 para cuantificar la incertidumbre inherente a los pronósticos de inflación. Nos muestran cómo aumenta la incertidumbre, mientras pasa el tiempo, y añaden probabilidades para variables diferentes. Desgraciadamente, las cartas implican que tenemos algún grado de control sobre la incertidumbre, lo cual, en verdad, no es el caso.

Pronosticar es particularmente peligroso en tiempos en que la economía ha pasado el pico del ciclo de negocios. La magnitud de una desaceleración económica dependerá de factores que resultan difíciles de pronosticar por los grandes modelos. Una de las nubes que pende sobre la economía global en estos momentos es el mercado inmobiliario de Estados Unidos. La diferencia entre una variable benigna de un aterrizaje suave y un colapso en los precios de las viviendas, con un efecto extendido al sector financieros, son enormes.

Si todo sale bien, el pronóstico puede tener la posibilidad de resultar correcto. Si no, casi con toda seguridad resultará totalmente erróneo.

Hubo algunos paralelos interesantes con 2001, el año después del fin de la burbuja puntocom. Fue también el año en que los pronosticadores se equivocaron espectacularmente, en particular con la eurozona.

Observé los pronósticos de un año para Italia y Alemania en los periodos 2001-2005. En su reporte de primavera 2001, el FMI predijo una tasa de crecimiento para Italia en 2002 de 2.7%. El crecimiento real de Italia en 2002 resultó ser 0.3%.

Un año más tarde, el FMI pronosticó una tasa de crecimiento para Italia de 2.9%. En realidad, Italia tuvo crecimiento cero ese año.

Para el periodo de cuatro años 2002-2005, el error del pronóstico del FMI promedió 2.1 puntos porcentuales en el caso de Italia y 1.7 en el caso de Alemania.

La Comisión Europea utiliza un modelo de pronóstico diferente, pero sus predicciones resultaron ser casi las mismas del FMI. Peor aún, todos los pronósticos fueron demasiado optimistas. Ni uno solo erró en el lado negativo. Obtener un pronóstico de crecimiento erróneo de casi tres puntos porcentuales en algunos años -y esto para economías industriales envejecientes, como las de Italia y Alemania-, es casi increíble.

A los pronosticadores les tomó cinco años para corregirlo, aproximadamente, de nuevo. Los pronósticos de 2005 para 2006 se ven mejor, en términos de la magnitud de la probabilidad de error, y de la predisposición del pronóstico. Por supuesto, el año no ha terminado todavía, pero existe una probabilidad razonable de que el resultado esté dentro de la mitad de un punto porcentual del pronóstico.

El problema con los pronósticos persistentemente equivocados es que sí hacen daño. Si el pronosticador es demasiado optimista de manera consistente, también lo serán los políticos. Como resultado, puede ser que la eurozona haya terminado con políticas fiscales y monetarias persistentes y excesivamente ajustadas.

¿Por qué se equivocaron los pronosticadores? Juzgaron mal el impacto de sacudidas económicas específicas. Alemania, por ejemplo, fue golpeada por un enorme “shock” financiero. Entre marzo y octubre de 2000 , el índice Nemax-50 de acciones de alta tecnología perdió 96% de su valor. Durante el mismo periodo, muchos bancos alemanes limpiaron sus hojas de balance después de una década de euforia que empezó con la unificación de Alemania y terminó con el estallido de la burbuja puntocom. El impacto doble de una caída en las acciones de alta tecnología y la contracción del crédito inducida por la banca, resultó en una grave y prolongada desaceleración económica.

De igual forma, debemos tener cuidado de no depender demasiado de los últimos pronósticos. Si el escenario central del FMI para 2007 resulta correcto, los bancos centrales deben, en verdad, preocuparse más por la inflación que por el crecimiento. Pero si el FMI se equivoca, como ha sido el caso en cuatro de los últimos cinco años en la eurozona, una política monetaria más ajustada podría amplificar grandemente una sacudida, como una baja en los precios de las propiedades en EEUU. Puesto que se necesitan varios trimestres para que la política monetaria afecte la producción y la inflación, va a ser necesario algún tiempo para corregir los errores de juicio.

La comparación con 2001 nos ha enseñado dos cosas. Las burbujas, al final, estallan y los pronósticos económicos se vienen abajo cuando las burbujas estallan. Mientras que personalmente estaría reacio a hacer un pronóstico por mi cuenta, calificaría la probabilidad de que el FMI logre que su pronóstico para 2007 sea aún remotamente correcto, más bajo que la probabilidad de una sacudida económica seria en el horizonte del pronóstico.

VERSION IVAN PEREZ CARRION

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