No esperaba verlo así

No esperaba verlo así

Durante muchos años me acostumbré a ver a Ramón Reyes todas las mañanas en la mesa ovalada de la Redacción de El Nacional, donde trabajamos juntos en buena armonía.
Pero, nunca esperé verlo como ayer en la mañana cuando busqué la versión digital de este diario Hoy, y me encontré con la inesperada noticia de que Reyes había muerto de un infarto. No quiero ni puedo imaginar la impresión que le causó a su dulce Dulce cuando el amado de toda su vida no respondió sus buenos días.
Debo confesar que luego de la desaparición de nuestros padres y demás parientes cercanos o lejanos, después que uno sabe y se acostumbra a que le gente muere, de largas enfermedades o de esa traidora enfermedad que llamamos “de repente” se está claro de que en cualquier momento nos anuncian la muerte de alguien, de alguno.
Se llega al convencimiento de que lo único cierto, que la realidad es nacer y morir, que todo lo que nace muere, que nada es para siempre. Entonces llega el momento de los recuerdos.
Tengo por hábito no ver, no curiosear dentro del féretro pues de esa manera recuerdo al familiar o amigo desaparecido como lo vi la última vez, sano, fuerte, activo. Entonces, a la hora de los recuerdos, siempre veremos al familiar, al amigo, sonriente, con una actitud de saludo cordial, afectuoso. Cuando uno pasa varios años trabajando con una persona que labora a menos de dos metros, se llega a crear, a construir una suerte de familiaridad que se extiende, en algunos casos, a las esposas, hijos, familiares del amigo.
Se crea una corriente de solidaridad, de hermandad que nos concita preocupación por los problemas de las familias de los compañeros de trabajo, de sus hijos, de sus esposas, de sus parientes mayores.
Reyes era muy buen hijo, siempre estaba atento a todo lo relacionado con su madre, cuando estaba sana y luego de que enfermara. No es ocioso decir que Dulce era la culminación de sus sueños y la realidad de su vida.
Laborioso, persistente, buen trabajador, periodista de pie a cabeza. Tuve el honor de trabajar en El Nacional en dos oportunidades, en la primera fue cuando compartí labores con Reyes y con compañeros tan valiosos como Félix Antonio Gómez Peña, Bolívar Díaz Gómez, Roberto Marcallé Abréu, Antonio Espinal, Joseph Cáceres, Magda Florencio, Milagros Germán, Juan Ducoudray, Noris Fernández, primera mujer cronista deportivo, Frank Alba, Pedro Mir, Héctor J. Cruz, Luis Encarnación Pimentel, Juan Francisco de la Cruz y otros
Esos fueron, fundamentalmente, los compañeros de la redacción de El Nacional. No es bueno citar de memoria, siempre se olvida alguno.
Resignación para la familia y paz a sus restos.

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