“No está aquí… ha resucitado”

“No está aquí… ha resucitado”

“¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí ha resucitado.” (Lc. 24, 5-7). Con este saludo recibe el ángel a las mujeres que buscan a Jesús en la condición y el lugar equivocado: muerto y en el sepulcro. Enseguida les indica el lugar donde podrán verlo. El lugar adecuado en el que deben buscarle…porque ahí siempre está. “Irá por delante de ustedes a Galilea……allí le verán”. Galilea es el lugar en el que los discípulos fueron inicialmente invitados y convocados por Jesús a seguirle en la misión del Reino de Dios. Es el “lugar simbólico de la Misión”. Así, ver a Jesús resucitado no es una acción que ocurre en cualquier circunstancia. Ver a Jesús sólo ocurre en determinadas condiciones. Y son ellas las que pueden permitir satisfacer la solicitud de Pedro al maestro: “Señor que vea”. La frase indica que no es Pedro quien decide verlo, sino que es Él quien le permite verle, quien se nos hace visible.
“Ir a Galilea”, es decir, asumir la misión de Jesús, es la condición indispensable para verlo vivo….pues “Verle” sólo ocurre desde el ordenamiento de la vida al seguimiento histórico de Jesús. Es que sólo el discipulado nos permite entender la lógica de Jesús. Por eso, es en el intento de ser como Jesús como podremos verlo. Porque ver a Jesús no es una acción física, sino experiencial. Ver a Jesús es tener la experiencia de El vivo y ello sólo es posible por la vía de la asunción de su lógica vital, es decir, viviendo como El. El asunto no es de discurso, sino de práctica, pues no se trata de “decir que se cree” sino de “actuar como quien cree”. Un hacer precisado por y desde la práctica histórica de Jesús. Por eso el ángel tiene que corregir a las mujeres que buscan a Jesús indicándoles que buscan en el lugar equivocado: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?” (Lc. 24, 5). No hay que buscar a Jesús en el sepulcro, sino en Galilea, es decir, en la práctica de la misión, en el discipulado.
Así pues, vivir como Jesús es la condición para “verle” vivo. Y si nos preguntamos cómo vivió Jesús, el libro de los Hechos lo resume magistralmente: Israelitas, escuchen estas palabras: “A Jesús, el Nazareno, hombre acreditado por Dios ante ustedes con milagros, prodigios y signos que Dios realizó por su medio entre ustedes,…a este….ustedes lo mataron clavándolo en la cruz…a éste Dios le resucitó librándolo de los lazos del Abismo…( Hch. 2, 22-24). Dios lo resucitó de entre los muertos y nosotros somos testigos de ello.” (Hch. 3, 15).
Y ese vivir como Jesús se concretiza en la cotidianidad de los discípulos en una práctica histórica cuyo centro es la defensa de la vida de los más débiles y la construcción de la comunidad de los que se van sumando a la fe en Jesús y van desarrollando las condiciones para unas relaciones humanas valiosas. Las curaciones, que siempre tienen como sujeto a los más débiles y abandonados, serán una expresión privilegiada de esta práctica de construcción-devolución de la vida. El hermoso texto de la curación del tullido es esto lo que expresa:
Pedro, fijando en él la mirada juntamente con Juan, le dijo: “Míranos”…Pedro le dijo: “No tengo plata ni oro; pero lo que tengo te lo doy: En nombre de Jesucristo, el Nazareno, echa a andar”…y de un salto se puso en pie y andaba.” (Hch. 3, 4-8). La vuelta a la vida de los “más pequeños” es la señal del Reino inaugurado por Jesús.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas