El Artículo 178 de la Constitución no deja resquicios que permitan retorcer su mandato en cuanto a quienes tienen calidad para ser integrantes del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM). Tampoco admite interpretaciones en cuanto a qué significa “segunda mayoría”, pues deja claro que esta denominación no se refiere en modo alguno al número de legisladores ganados por una fuerza política o coalición, sino al número de votos obtenidos en las elecciones, en este caso las del domingo 15 de mayo del año en curso.
Partiendo de la diafanidad de esta disposición constitucional, mal podría pensarse en la posibilidad de que pase inadvertida alguna maniobra encaminada a torcer la realidad para tratar de desplazar a la agrupación o coalición que legítimamente ostente la condición de segunda mayoría con tal de lograr que la composición del CNM privilegie los intereses de una determinada organización.
Con apego al Artículo 178 de la Constitución, el Partido Revolucionario Moderno representa la segunda mayoría electoral y uno de sus dos senadores y uno de sus diputados deben pasar a ser integrantes del CNM. Intentar cualquier triquiñuela para torcer esta realidad constituiría un atentado contra el espíritu democrático que dicho Artículo garantiza en este Estado Social y Democrático de Derecho.

Desidia más que cualquier cosa. 

Duquesa y Rafey son dos ejemplos de nuestra incapacidad, o más bien desidia, para enfrentar el problema de la disposición final de los desperdicios. Durante los años que tienen operando esos vertederos, no hemos visto que hayamos intentado progresar hacia rellenos sanitarios que permitan disminuir la contaminación del subsuelo y las aguas subterráneas. No hemos sido capaces de desarrollar o copiar de otros países técnicas de clasificación y reciclado de desperdicios que en otras sociedades se convierten en materia prima de mucha utilidad industrial.
La basura industrializada puede ser una fuente de utilidad y plazas de trabajo. En otros países se han desarrollado técnicas exitosas en esta materia. Hagamos un esfuerzo por aprovechar lo que ahora solo clasificamos como desecho.