No hay conexión deportados con alza de crímenes

No hay conexión deportados con alza de crímenes

POR LEONORA RAMIREZ
No existe una conexión entre el incremento de la criminalidad en la República Dominicana y la llegada masiva de dominicanos deportados desde los Estados Unidos, consideró Nina Siulc, una antropóloga norteamericana que realizó un estudio sobre la expatriación de dominicanos por penas criminales.

Para la experta, aquí hay una predisposición, un estigma respecto a los repatriados, porque se les vincula con todas las acciones negativas que ocurren, aunque no descarta que un mínimo porcentaje de esos ciudadanos continúe realizando actividades delictivas.

Al analizar la relación de los expatriados con su entorno expresó que mientras algunos voceros gubernamentales, e inclusive representantes de organizaciones de la sociedad civil, enlazan el auge de la violencia a la presencia de estos, “no hay ningún dato que demuestre eso, la misma Policía no tiene información que sustente esa apreciación”.

En ese contexto, Siulc se pregunta cuál es el drama social que está ocurriendo en la sociedad dominicana que el tema de los deportados causa tanto pánico.

A su entender, la sociedad no debe usarlos como pretexto para justificar cualquier problema que tenga el país.

“Para mí todo eso tiene que ver con una reorganización del Estado, la ciudad ha crecido, la globalización, la pobreza, todo eso trae cambios sociales, pero hay un desbalance entre la percepción y la realidad, demostrada por los datos que maneja el mismo gobierno”.

Siulc establece tales conclusiones basándose en el estudio “Ciudadanos no bienvenidos: la deportación de dominicanos con penas criminales”, efectuado en el país como parte de la tesis doctoral que realiza en la Universidad de Nueva York.

La antropóloga asistió como panelista al taller “La construcción de una seguridad democrática en el Caribe”, que organizaron la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE), el Programa Latinoamericano del Woodrow Wilson Center (WWIC), la Fundación Guillermo Ungo, y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

SIN OPORTUNIDADES EN RD

Las entrevistas hechas a cientos de deportados le permiten establecer que “muchos quieren reinsertarse, encontrar trabajo, porque no son criminales de  carrera, sino personas que recibieron una sola sentencia en su vida, cometieron un error y quieren cambiar”.

Pero la realidad, a su juicio, no es tan solidaria porque encuentran un ambiente hostil, se sienten como extranjeros, y encima de eso no tienen dinero. Mas lo peor es que no entienden el sistema social dominicano en tanto son presa de la intolerancia y el prejuicio.

“Se sienten marginados, si uno de ellos intenta buscar trabajo y admite su estatus no lo aceptan. Además, tienen fichas criminales que aparecen cuando van a instituciones bancarias con la intención de hacer cualquier transacción; o cuando hay un robo en el barrio donde viven son los primeros sospechosos¼y muchas veces los familiares los rechazan y eso es contradictorio con respecto a los niveles de solidaridad que se dan a aquí”.

Tal es el grado de desencanto de algunos, dijo, que prefieren volver ilegalmente  a territorio norteamericano aunque lo apresen y lo condenen a diez años de prisión, porque la entrada en esas condiciones a territorio norteamericano, después de una deportación, es un delito federal.

“Los deportados a veces  no saben que si vuelven a Estados Unidos los enviarán a la cárcel; pero otros dicen que prefieren eso y no la pobreza de la República Dominicana, a parte de que allá podrían ver a sus familiares”.

Siulc insistió en que en el país se cree que los expatriados deben estar a un lado, y en ese sentido destacó que tanto los familiares de estos como el gobierno deben auxiliarlos porque definitivamente atraviesan una situación difícil.

“El gobierno dominicano debería tomar como ejemplo al mexicano, en el sentido de que representantes del mismo los visitan en las prisiones, es un apoyo si se quiere simbólico, pero se les prepara para lo que va a pasar.

“Los deportados de este país llegan con gran incertidumbre. Aunque en la Policía existe un departamento de repatriados, en el que trabajan varias psicólogas, no es suficiente”.

DILEMA ENTRE GOBIERNOS

De acuerdo con la investigación de Siulc, el 53% de los deportados llegó a Estados Unidos antes de cumplir 21 años, y un 15% antes de los diez, lo cual significa, según ella, que fueron sus padres los que decidieron que vivan en esa nación, y en consecuencia jamás pensaron en hacerse ciudadanos norteamericanos para protegerse.

La antropóloga cuestiona la deportación de inmigrantes que cometieron crímenes en  Estados Unidos, como medida para fortalecer la seguridad, cuando hay una tendencia al regreso. De hecho, alrededor de un 15% de los deportados dominicanos retorna a ese país ilegalmente, existiendo un subregistro con los que no son apresados al llegar allá.

“En el contexto de la seguridad ciudadana uno se pregunta si es conveniente deportar una persona que luego entrara ilegalmente fuera del sistema de control”.

Una discusión sobre los alcances y consecuencias de la Ley de Inmigración gira en torno al ámbito congresional de Estados Unidos, según Siulc, quien explicó que algunos congresistas no entienden que la legislación es tan dura, aunque existe una intención de mejorara.

“Pero a parte del estudio que yo realicé en la República Dominicana no hay más datos sobre el impacto de las deportaciones”.

En contraposición, manifestó que en Estados Unidos también hay un discurso de que no quieren criminales, “pero hay que mirar más allá, porque esa nación tiene la responsabilidad de ayudarles a reinsertarse en la sociedad norteamericana, porque allí tienen su vida, aunque no hayan nacido allá”.

Pero Siulc no exime a las autoridades dominicanas de compromiso, al plantear que una vez lleguen al país deben recibir la atención del gobierno, y la solidaridad de la sociedad.

LOS PREJUICIOS EN USA

La generalidad de los dominicanos tiene la percepción de que Estados Unidos es el paraíso de las oportunidades, pero Siulc asegura que no siempre hallan un escenario con esas características, y que en ocasiones los prejuicios de la sociedad norteamericana y la pobreza que enfrentan los despiertan de ese sueño.

“Las cosas van mejorando, pero en la década de 1980, cuando hubo un gran tráfico de drogas en Nueva York, la Policía se dedicó a vigilar ciertos barrios de manera distinta.

“Por ejemplo, en Brooklyn tu puedes ver a cinco muchachos en una esquina y nada les pasa, pero en un barrio del Alto Manhatan si se reúne una cantidad similar llega los agentes porque creen que es una pandilla¼hay prejuicio de cierta manera, aunque ellos dicen que deben mantener la seguridad de la gente”.

Ese argumento, según sus convicciones, tiene lógica, pero a la vez advierte que eso no quiere decir que todos los jóvenes están involucrados en actividades delictivas.

Al expresar que existe un desbalance en el sistema de justicia, con respecto a los latinos, puso como ejemplo que si apresan por la misma causa a un hombre blanco, a un negro y un latino, la sentencia va a ser mayor para los dos últimos.

“Ahora están intentando mejorar eso, pero esa realidad todavía está latente”, expresó Siulc.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas