No hay confianza

No hay confianza

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Nuestra sociedad anda a la deriva. Pienso que hay una conducción cuidadosa y continuada que dirige el país hacia un destino desconocido por la mayoría. Juan Bosch me dijo que este era un país muy atrasado en el cual quien llegaba más lejos jugaba damas y que Balaguer y él eran jugadores de ajedrez. Cierto. Jugaban ajedrez lo que me pregunto es ¿qué beneficio dejó al país que Balaguer y Bosch jugaran ajedrez?

Lo que sí se sabe es que jugaban béisbol. Balaguer dijo y repitió que él lanzaba y Bosch quechaba, (y piense usted lo que quiera, que a lo mejor tiene razón). Ese tú a tú político hizo jugadas que contadas parecen de ciencia ficción.

Mucha gente entiende que se juega al caos. Parte de ese juego es la invasión haitiana que auspician curas, norteamericanos, franceses y ricos dominicanos que explotan la mano de obra hambrienta en siembras, construcciones y otras actividades.

Cuando los serbios cristianos se percataron de que de manera lenta y solapada la mayoría de los habitantes de su país era de origen albanés y musulmán y que podía tomar el poder por medios pacíficos, comenzó la inhumana “limpieza étnica” que provocó la conocida situación de Kosovo.

Si nuestras autoridades defendieran el interés nacional darían un corte a la inmigración ilegal de personas, drogas, armas y mercancías. Pero, eso no le interesa a quienes fuerzan la unificación de la isla con la invasión pacífica.

Quienes juegan al caos piensan que no los afectará, olvidan que una vez desatadas las fuerzas sociales, políticas, económicas, militares y populares, nadie tiene la cabeza a salvo.

La falta de autoridad se ve cuando dos o tres policías permanecen impertérritos (cuando le es inverosímil, cuando le da inclusive, diría el hermano Tutín Beras Goico) mientras tres o cuatro conductores de vehículos de distinto tipo violan la luz roja de los semáforos, para sólo citar un ejemplo de la descomposición.

El gobernado viola la luz roja porque no habrá sanción, porque tampoco el sistema judicial tiene credibilidad, porque la podredumbre ha llegado demasiado lejos, tanto que la desconfianza es la primera respuesta a todo.

La desconfianza arropa al gobierno central, al Congreso Nacional, al Poder Judicial. No hay un poder moral al cual acudir, porque también está profundamente corrompido.

Hoy más que nunca la búsqueda desenfrenada de bienestar económico y la falta de sanción a la corrupción forman parte del cuerpo social.

La siquis de la sociedad dominicana es bombardeada permanentemente con ilegalidad, corrupción, permisividad, incumplimiento de toda regla moral.

Evitemos llegar al caos, antes de que nuestra sociedad se despedace y nos veamos todos como enemigos a quienes hay que eliminar.

Que no piensen los que se enriquecen al amparo de la corrupción que estarán a salvo el día que el sunami social se desate.

Hay que recuperar la confianza en la administración de las leyes y respeto a la autoridad por parte de las autoridades y el pueblo.

El problema moral corroe el alma nacional.

No permitamos que nos ganen la pelea los que se lucran del caos, sean del gobierno o de la oposición, ricos, curas o militares.

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